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PROPIETARIOS DESAPERCIBIDOS

Con un halo misterioso llegan a nuestros pensamientos e un intento por recrear lo quedó capturado en ese entramado de vibraciones, sensaciones y emociones que componen nuestros recuerdos, que suelen teñirse de diferentes tonalidades hasta llegar a hacernos compañía.

Al lado nuestro nos conducen a través de diferentes estados anímicos, en relación directa y proporcional al recuerdo seleccionado, por eso no siempre son la mejores aliados, por el contrario en ocasiones se convierten en auténticos detractores.

En una suerte de rompecabezas, llegan aderezados “a piacere” nuestro, es así que le sumamos emociones, le restamos sentimientos, le agregamos lo que no hemos perdonado y aún lastima, o lo que añoramos y nos acongoja. Algunos al alcance de la mano, y otros tan hábilmente guardados que resultan borrosos, es como si se cayeran por las escaleras e intentáramos atraparlos pero finalmente se van.

¿Cuánto hay de verdadero en lo que recordamos, cuánto hay de cierto? Y una vez que queda capturada una imagen como cierta o válida, la repetimos como un recuerdo auténtico, pero ¿hasta qué punto es tan así, hasta qué punto no le hemos agregado o quitado sustancia?

Tomar distancia de lo ocurrido si bien nos puede ayudar a procesar la información, no es un mecanismo totalmente seguro porque el elemento represivo siempre hace presión. Un ejemplo claro, son algunas situaciones que deseamos olvidar, por momentos las dejamos totalmente reprimidas y parecen desaparecer, pero a la larga surgen nuevamente en un sueño o en un pensamiento disfrazadas.

El disfraz es parte de lo que hace a los recuerdos confusos, porque lo reprimido suele esconderse tras máscaras o atuendos que a simple vista nos resultan incomprensibles, descabellados, surrealistas, pero ¡qué más da!, ellos se manifiestan como quieren y pueden.

Los recuerdos nos llevan por la estantería de la añoranza, de la melancolía, de lo que fue y no puede ser, pero lo importante es que algo maravilloso nos ha ocurrido y es parte de nuestra energía vital, de ese motor que nos motiva e ilumina.

Anaqueles de besos olvidados esconden los recuerdos, de caricias suaves, de sonidos sublimes, de silencios que preferimos callar, de aromas imposibles de recrear y de misterios en el fondo del mar. Como verdaderos propietarios de nuestro estado anímico suelen comandar nuestro día y le dan una impronta personal en la que dibujan lo que desean.

Andrea Calvete




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