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DE MANÍAS CAPRICHOS Y ANTOJOS

Por Andrea Calvete

Tres palabras que guardan una correlación, respecto a la necesidad de satisfacer un deseo, lo que las diferencia es el modo de concreción, la frecuencia, así como la urgencia por la ejecución del hecho en sí.

Las manías rayan en una línea delgada con lo patológico, aunque todos si miramos detenidamente cómo somos, alguna llevamos a cuestas. No es sencillo reconocer este tipo de actitudes, pues es aceptar que no nos podemos negar a determinadas acciones o circunstancias, pues se encuentran más allá de nuestro control.

Los caprichos, sin embargo implican la concreción de un hecho sin demasiados argumentos, por el simple deseo de ser condescendientes con nosotros mismos, mimarnos sin demasiado miramiento, pero la voluntad es manejable en este caso.

Los antojos son más esporádicos que los caprichos, pero son de la familia, casi primos hermanos.

Jack Nicholson, en la película “Mejor Imposible”, protagoniza a un escritor que sufre de un desorden obsesivo. Con su humor ácido y sarcástico, del cual se siente orgulloso se aleja de la humanidad, sin embargo, su vecino y una camarera son los únicos capaces de aceptarlo tal cual es, y ver más allá de su comportamiento impenetrable.

Un film que ha hecho reír a mucha gente, pues en algún punto se han sentidos identificados con el actor, y en otros han tomado distancia, para poder emitir una carcajada con gusto, al ver aquel hombre fuera de sí cumpliendo sus hábitos rutinarios cargados de obsesión y ansiedad permanente.

Todos en mayor o menor grado padecemos alguna manía, quién no ha vuelto a ver si apagó las luces, si dejó la puerta cerrada,  si apretó el botón de la cisterna, quién no ha observado con atención las matrículas de los autos, o se ha levantado de la cama para cerrar la puerta del ropero…, pero qué pasa cuando algunas de estas situaciones se tornan en impedimentos para desarrollar una vida normal, y se convierten en obsesiones compulsivas irrefrenables, entonces debemos consultar con un profesional competente, pues nos enfrentamos a un problema de entidad.

Lo importante es poder determinar la gravedad de nuestras manías, pues algunas son molestas para quienes nos rodean y para uno mismo pero son llevaderas, el problema surge cuando nuestros semejantes ya no pueden soportar más nuestras actitudes, o simplemente se nos presenta un deseo irrefrenable en el que traspasamos cualquier tipo de limitación por cumplirlo.

Si bien el estrés del diario vivir contribuye a la concreción de tareas rutinarias en forma permanente pero bajo elevado nivel de ansiedad, es aquí cuando la aparición de la manía patológica suele hacerse presente.

Las hay de todo tipo relacionadas con la limpieza, la salud, el orden, el trabajo, la seguridad… pero todas tienen en común que la persona que las padece suele ser extremadamente excesiva, perfeccionista y detallista.

Aunque dicen  que con los años las manías se acentúan, así que es importante tomar conciencia de las nuestras para enfrentarlas a diario, y lograr ganar la batalla, antes que ellas nos pasen por encima.

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