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AGUAS TURBULENTAS

Por Andrea Calvete

Así son las aguas luego de una tormenta, de un vendaval o de un huracán. El alma corre por los mismos caminos cuando nuestros sentimientos imprecisos se preparan a señalarnos errores, contradicciones o simplemente cuestionarnos.

El dedo índice indica con autoridad, se presenta como un juez en busca de respuestas rápidas y precisas, para aplacar su furia e imperio. En tanto, nuestros ojos observan sin entender demasiado.

Son etapas, momentos, todos los pasamos, lo importante es advertir de ¿dónde sopla el viento, y con qué intensidad?, pues muchas veces no comprendemos el lugar de origen de los problemas, y mezclamos situaciones que no tienen que ver unas con otras, pero curiosamente la mente  humana tiene esa capacidad de asociar lo inasociable.

Las turbulencias quizás nos arrastren a los sitios más recónditos, y sin darnos cuenta nos hallaremos parados en un lugar al que no pensábamos que llegaríamos.

Lo difícil es saber ¿cómo salir de este lugar?, que en la mayoría de los casos llegamos sin quererlo.

Son tantos los motivos que nos pueden ubicar en esta situación, cada persona tiene sus porqué y sus cómo, sólo es cuestión de descubrirlos, alcanzarlos, de modo de avizorar dónde nos hallamos parados.

Los uruguayos somos tildados como personas grises, melancólicas, no se si es tan así, creo que analizamos, pensamos y razonamos todo lo que nos sucede, no somos de tomar  las cosas al pasar, y esto es lo que nos lleva a detenernos en ciertos puntos de nuestro trayecto, atascándonos en el camino.

El aire tropical hace que la gente viva más feliz, al ritmo del calor y la música, aquí son tierras de vientos pamperos, frescos, que provienen de la Pampa y del Río de la Plata, con sus aguas amarronadas y revueltas.

Es así que nuestro estado anímico muchas veces se verá influenciado por el clima, el tiempo, el color del cielo, el olor del aire, y también por nuestras turbulencias, que algunas veces permanecen ocultas y quietas, y de pronto se despiertan llamando nuestra atención, y despertando nuestra preocupación.

Tarde o temprano siempre las turbulencias pasan, las nubes se disipan y el sol sale brillante alumbrando nuestros días, y quedan atrás esos momentos que dificultaron el andar y oscurecieron nuestro tiempo.

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