UN VERDADERO LUJO
Cuando escuchamos la palabra "lujo", inmediatamente pensamos en algo costoso, fuera de nuestro alcance tanto económico como en nuestro estilo de vida. Sin embargo, la propuesta es disfrutar de aquello que, aunque esté al alcance de todos, muchas veces ignoramos o pasamos por alto sin darnos cuenta.
Hablamos de lujos porque, en medio de la vorágine de la
vida, rara vez nos damos el tiempo o el espacio para apreciar esos detalles tan
importantes y significativos que hacen nuestra vida más amena, dándole un
verdadero propósito y sentido.
Un verdadero lujo es gozar de nuestros afectos, de esas
personas que nos congratulan el alma, que hacen de nuestra existencia un punto
luminoso, que nos sacan una sonrisa y nos abrigan a luz de su amor.
Un verdadero lujo es sentir los rayos del sol cada día rozando
nuestra piel.
Un verdadero lujo es saborear de una charla sincera de la
que podemos aprender y enriquecernos, para crecer y avanzar.
Un verdadero lujo es poder escuchar con atención a la naturaleza,
percibir sus colores, aromas, sabores y texturas, dejarnos seducir y
maravillar. En comunión con ella podemos entrar en contacto con lo más profundo
de nosotros mismos.
Un verdadero lujo es poder abrazar a un ser querido cuando
lo necesita y del mismo modo recibir su calor cuando es preciso.
Un verdadero lujo es no darnos por vencidos aún cuando los
nubarrones grises anidan en nuestra cabeza. Quien se levanta después de una
caída es porque siente que todavía hay un posible.
Un verdadero lujo es poder gozar de la música, de un libro,
de una obra de arte, de una película, porque desde el momento que disfrutamos de
cada uno de ellos se produce un cambio sustancial en nuestra persona, y ya no
somos los de antes, posiblemente hayamos cambiado para bien.
Un verdadero lujo es recordar las palabras que nos llenaron
el alma, porque quien recuerda pasa lo vivido por el corazón.
Un verdadero lujo es seguir comunicándonos de la manera que
sea con los seres que han partido, no importa cómo, pero seguir haciéndolo
porque significa que aún siguen vivos en nosotros.
Un verdadero lujo es poder buscar a la niña o niño que hay
en cada uno de nosotros, porque significa que aún queda inocencia, dulzura y
alegría de vivir.
Un verdadero lujo es ser agradecido, porque quien agradece
alberga amor en su yo más íntimo, y es capaz de abrir las puertas a todos los
sentimientos nobles que habitan en su ser.
Hay lujos al alcance de todos, sólo es cuestión de no seguir
de largo cuando pasamos a su lado, dedicarles tiempo, atención y amor. Si
hacemos las pausas necesarias, quizás podamos entonces con mayor frecuencia
comenzar a disfrutar de esos lujos que todos merecemos.
Andrea Calvete