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CUANDO LAS PAPAS QUEMAN

Seguro si hacés una reunión para se celebrar se te llena la casa de invitados, porque a la hora de festejar todos tenemos el sí a flor de piel. Sin embargo, cuando las papas queman, cuando llegan esos momentos en los que nadie quiere estar allí, quienes nos rodean parecen desvanecerse.

Algunos por cobardía, otros por no saber que decir y otros simplemente porque prefieren no involucrarse. Y te encontrás allí hecho un nudo en el que te sentís alejado de todo.

Pero en cualquier momento podemos ser de los que están donde las papas queman, en donde la resiliencia es la única aliada para tenernos en pie, es el sostén para seguir con fuerzas en momentos en los que todo parece no ser posible.

Otro gran aliado cuando las papas queman es la empatía, esa gran llave que permite abrir las puertas a la escucha, a la solidaridad y al amor, es decir a la fraternidad humana.

Dice un antiguo proverbio: “Hoy por ti mañana por mí”, porque en este universo, todo lo que va vuelve.

No podemos cambiar la realidad de los demás, pero sí podemos ofrecerles nuestra empatía y comprensión para que se sientan acompañados en su camino. La empatía es la llave que desbloquea la puerta a la comprensión mutua y a la construcción de relaciones más sólidas. Y no juzga, solo escucha y brinda apoyo incondicional a aquellos que atraviesan momentos difíciles.

Por eso, no sueltes la mano del que te precisa, escuchálo, abrazálo, puede que parezca poco lo que hacés, pero para quien las papas queman, que empatices con él, significa mucho, es un acto de amor en el que nos ponemos de corazón a dar lo mejor a esa persona que hoy nos precisa.

Empatizar cuando las papas queman es acercarnos a esas batallas propias invisibles ante los demás, es de alguna manera reconocer nuestra vulnerabilidad y ofrecernos a dar ese grano de arena para mejorar cualquier tipo de situación.

Andrea Calvete

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