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¿CUÁNTO PESA DICIEMBRE?


Diciembre llega para cerrar el año, nos plantea cuestionamientos, desafíos, y se presenta la hora de ese balance que algunas veces quisiéramos obviar, o pasar de largo. Quizás no sea la mejor fecha para realizarlo, pues son momentos más allá de las creencias personales en los que las ausencias suelen hacerse presentes, las pérdidas toman vida, y si bien es tiempo de brindis, no deja de colarse la melancolía por alguna rendija, así como la voz que nos cuestiona desde el yo más íntimo.

Llegamos al mes doce, un número que tiene correlación con el círculo de la vida, en el que transcurre cada año de nuestra existencia. Ha sido considerado un número sagrado por representar a los signos zodiacales, a los discípulos de Jesús, a los frutos del Espíritu Santo, a las doce tribus de Israel, a los doce hijos de Jacob. Según la Biblia Jesús apareció también doce veces ante sus discípulos antes de morir. Es un número sinónimo de perfección, 12 veces 30 grados forma los 360 grados de una circunferencia. Doce un número místico, relacionado con el devenir del tiempo, de allí el repiqueteo de las doce campanas, o el comer doce uvas para despedir el año y tantas tradiciones a la hora de representar todos sus significados.

Quizás si respiramos profundo y nos detenemos a visualizar nuestro año no sea tal como lo esperábamos, pero en lugar de lamentarnos por lo que no sucedió sería mucho más fructífero detenernos a agradecer todo lo que tenemos y no apreciamos, la gratitud es la mejor herramienta para caminar felices en la vida.

Y en estos momentos es un gran desafío “rejuvenecer como el águila”. El mito del águila me recuerda al ave fénix que resurgió de las cenizas. El águila es un ave que llega vivir 25 años, y en esta etapa sus plumas comienzan a caerse, su pico se gasta y ya casi no se alimenta. Sin embargo, algunas con un inmenso esfuerzo vuelan bien alto, y allí, a solas, se arrancan las plumas que les quedan y el pico. Tras un tiempo vuelven rejuvenecidas con un nuevo plumaje y su pico renovado. Y los seres humanos a la hora de hacer los balances también somos como las águilas, algunos tocamos fondo y nos dejamos vencer, mientras que otros renovamos nuestras energías, nuestras esperanzas, para renacer, dejando morir todo aquello que nos perjudicó, nos empobreció, o quizás nos sirvió para tomar el primer paso hacia el despertar. El rejuvenecer del águila, implica tener coraje, agallas, estar abiertos a los cambios, a no dejarnos derrotar, a ver que aún es posible soñar, anhelar, buscar nuevos caminos y mirar con nuevos ojos.

¿Se han puesto a pensar cuánto pesa diciembre para cada uno de nosotros? Se acerca el fin de un año y los jazmines perfuman los cielos estrellados, la luna nueva está por llegar, el Solsticio de Verano en pocos días, tiempo de renacer como la naturaleza llenos de energía y amor para continuar por el sendero cuyo rumbo dependerá en gran parte de nosotros mismos.

Andrea Calvete

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