CELESTE REGALAME UN SOL
Hoy unidos más que nunca las banderas de Uruguay flamean a la espera de que se cristalice un gol, en este segundo partido del Mundial 2022. En un momento que se aproxima el fin del año, en el que parece que las horas no alcanzan y quedan tantas cosas por hacer, deseos por cumplir, metas, sueños, y vaya aquí todos estos sentimientos unidos a la emoción de un partido en el que nos unimos con alegría e ilusión, y en el colectivo sobrevuela “Ay Celeste regalame un sol”.
Los sentidos y el valor social que transmiten el fútbol son muy amplios. Es una actividad lúdica, deportiva, social, festiva, que enciende pasiones, y permite trasmitir al pueblo todos sus sentimientos.
El fútbol se nutre de la identidad de un país, de su palpitar, de sus costumbres, de su cultura, de su idiosincrasia, y cobija a todos por igual bajo la misma bandera abogando a la unión y al compromiso de demostrar que el país es la conjunción de todos estos elementos que nos enorgullecen.
Es así, que es un deporte que logra borrar barreras sociales, discordias y disputas, pues se trascienden las identidades en busca de lo colectivo, del esfuerzo comunitario por lograr la victoria. Detrás de él se vislumbra: disciplina, sacrificio, horas de entrenamiento, de compañerismo, de trabajo en conjunto, de solidaridad y de esfuerzo mancomunado.
El canto de la hinchada es un género discursivo cuyo peso social se aprecia cuando los jugadores salen a la cancha. En tanto género discursivo el canto tiene la particularidad de ser una modalidad de discurso colectivo, de expresión espontánea e inmediata que deja de manifiesto el sentir popular, en el que la pasión, orgullo, alegría, emoción, son algunos de los tantos sentimientos que se hacen presentes.
A través de la adhesión al canto los individuos se incorporan en forma simbólica a esquemas que los definen. Asimismo, al ganar la selección de un país, las personas no sólo se suman en alegría, emoción y participación, sino también aúnan sentimientos en pro del triunfo del equipo que representa a su país, su patria. Aquí se dejan de lado colores partidarios, pensamientos religiosos, ideologías, y nos unimos bajo la misma bandera, en nuestro caso la uruguaya, que flamea con orgullo y pasión.
Evidentemente, lo lúdico está relacionado también al entretenimiento, con la distracción, con el fervor de compenetrarse con un espectáculo y dejar de lado por un tiempo las preocupaciones, para así distenderse y disfrutar solos o acompañados de la habilidad deportiva puesta al servicio de millones de espectadores alrededor del mundo.
A su vez, su esencia lúdica hace que el fútbol venga acompañado de estrategias diseñadas para que el equipo juegue en armonía, abiertos al aprendizaje, a la recreación, al entretenimiento, competitividad, eficiencia y al rendimiento. También la creatividad, la inteligencia y el temple se disponen al servicio del juego, para lograr así los mejores resultados.
Desde luego, que pensar en la globalidad que trae aparejado este mundial, nos pone la piel de gallina, sentir que se paralizan ciudades enteras, que se detienen por un rato las maquinarias a la espera de un resultado, parece imposible, pero se hace realidad cuando detrás de un objetivo la Humanidad se pone de acuerdo. Sería muy gratificante que este ejemplo fuera expansivo para tantas situaciones que se deben revertir y mejorar en pro de un mundo mejor. Ojalá se contagie el espíritu sano, festivo y de unión del fútbol en otros ámbitos.
Desde aquí somos: “Mezcla de agua dulce, mezcla de agua y sal, aldea dentro de esta, aldea universal. Mezcla de inmigrante, tano y español, milonga, candombe, murga y rocanrol. Nunca favoritos, siempre desde atrás, milagro que nos abraza en el minuto final. Soy, celeste soy, soy, celeste” Pituffo Lombardo.
Andrea Calvete