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MEMORIA Y RESPONSABILIDAD


Memoria y responsabilidad dos campanas que resuenan a lo largo de nuestra vida, nos acompañan y envuelven con su sonido en la medida que permitimos que armonicen nuestros días.

Es imposible dejar de recordar acontecimientos que estuvieron allí testigos de lo que fuimos y somos, por momentos se vinculan inconexos, confusos, y en otros tan nítidos que nos estremecemos. Esa memoria se ensambla con la construcción de este presente en el que nos movemos, en el que este año parece que nos ha sacudido duramente, nos ha hecho ver que por más que recordemos, si queremos seguir adelante sin tirar todo por la borda debemos poner ante todo la responsabilidad sobre la mesa.

La memoria nos sostiene en el tiempo, es el pilar de ese día a día sobre el que se erige nuestro ser y estar. Es la que nos acompaña mientras los recuerdos se suceden y nos nutren, riegan los pensamientos y airean la existencia. También es parte de nuestra cultura e idiosincrasia, de ese legado que han dejado las generaciones anteriores y de la que dejaremos nosotros.

La memoria tiene vinculación directa con la responsabilidad un término que parece anticuado, y por momentos en desuso, cuando vemos que a mucha gente poco le importa lo que pasa a su alrededor, continúa haciendo caso omiso como si la pandemia fuera algo inexistente, un cuento que vienen haciendo casi un año atrás sólo para enloquecernos. Mientras tantos, los números aumentan y los casos nos salpican de cerca, pero ellos siguen empecinados en que nada les va a pasar, y si les pasa no les importa…

La memoria repleta de estantes de recuerdos es la que nos conduce hasta este presente en el que transitamos a diario, es un importante vehículo que nos transporta en breves instantes a cualquier momento de nuestra vida. Al ser un vínculo tan importante en el tiempo también nos lleva a profundizar el presente, a ahondar en él, y a cuestionarnos sobre la realidad que vivimos, de que todos y cada uno de nosotros somos responsables.

La responsabilidad la incorporamos en los primeros años de vida, cuando nuestros padres nos enseñan esos primeros hábitos de comida, higiene personal, de educación, de convivencia, y los vamos ampliando cuando entramos al jardín de infantes y luego a la escuela. Es así como desde temprana edad los adquirimos. Ahora me pregunto: ¿Qué pasa cuando un adulto se olvida de todo, se olvida de su responsabilidad hacia su familia, en el trabajo, en los medios donde se mueve… es qué no tiene memoria, es que acaso no recuerda a sus abuelos, padres, o a esos seres que han sido referencia en su vida?

Ser responsable es pensar en los que estamos y en los que vendrán, en que Planeta estamos dejando, en qué vida les espera, es traer consigo conjugada la memoria, es mirar dónde estamos parados y proyectarnos unos años para adelante con una mano en el corazón. Y finalizo con una frase de José Saramago: “Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir” 

Andrea Calvete









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