SIEMPRE JUNTO A NUESTROS SERES QUERIDOS
Hoy me propongo hablarle a cada uno de mis seres queridos que han partido, aunque lo hago en forma habitual, no sé si como anhelo de comunicarme o como el sentimiento genuino que me unirá siempre con ellos, en este plano o en cualquier otro.
Se me hacen más palpables las palabras de mis padres que por momentos sonaban como un cencerro, hoy saben a dulzura, también vienen a mi mente los soles de mi abuela o aquella pequeña huerta que carpía con tanto amor. Los cuentos de mi tío que, aunque no sabía de niños tenía la peculiaridad de transmitir su cariño. Hoy la naturaleza se cuela por cada rincón de mi alma, me habla y la escucho y entonces me vienen a la mente tantos recuerdos, en realidad son trocitos que se encuentren en mí muy adentro y que afloran cuando la belleza del día me sorprende.
Comunicarnos con los seres queridos es tan importante, no callar nada, porque el tiempo es una herramienta muy valiosa que desestimamos y desaprovechamos por tantos motivos… Y dejamos de dar ese beso, o decir te quiero o te necesito, o te escucho, o aquí estoy… La vida no se detiene, no nos espera a que nos hagamos un momento para dialogar con quienes nos importan, porque ella no sabe de esperas o de pausas, y menos de que tengamos un mal día o año. Está en nosotros manejar ese tiempo en el que podamos expresar lo que importa, lo que hace falta decir, y algunas veces no requiere de palabras tan sólo de un gesto cargado de ternura.
Ya ha pasado más de la mitad de mi vida desde la partida de mi padre, me pongo a pensar y son pocos los años que tuve la fortuna de estar junto a él, porque la vida quiso llevárselo muy joven. Sin embargo, esos pocos años fueron capaces de contagiarme su entusiasmo y alegría, su forma positiva de ver la vida, sus ojos solidarios y su mano fraterna siempre abierta. Cada día lo llevo conmigo y me ilumina como una antorcha cuando los nubarrones se aproximan.
Cinco años parecen mucho pero no son nada cuando siempre hemos permanecido al lado de esa persona que nos dio la vida, que nos llevó en su vientre, nos amamantó y acompañó en forma incondicional con todo su amor. Es así como mi madre a muy poco tiempo de su partida también me acompaña de una manera diferente, no porque no haya sido trascendental en mis días, sólo que su ausencia por momentos me entristece, porque así son los duelos llevan tiempo y no es cuestión de números o fechas, se trata de superarlos y recordar con alegría.
Hoy la naturaleza se cuela por cada rincón de mi alma, me habla y la escucho y entonces me vienen a la mente tantos recuerdos, en realidad son trocitos que se encuentren en mí muy adentro y que afloran cuando la belleza del día me sorprende. Paso por mi corazón cada momento, doy gracias por haberlos disfrutado y haber aprendido tanto a través de ellos. Sé que continuarán en mi como continúan en ustedes todas las personas que han sido y son importantes en nuestra vida.
Se me hacen más palpables las palabras de mis padres que por momentos sonaban como un cencerro, hoy saben a dulzura, también vienen a mi mente los soles de mi abuela o aquella pequeña huerta que carpía con tanto amor. Los cuentos de mi tío que, aunque no sabía de niños tenía la peculiaridad de transmitir su cariño. Hoy la naturaleza se cuela por cada rincón de mi alma, me habla y la escucho y entonces me vienen a la mente tantos recuerdos, en realidad son trocitos que se encuentren en mí muy adentro y que afloran cuando la belleza del día me sorprende.
Comunicarnos con los seres queridos es tan importante, no callar nada, porque el tiempo es una herramienta muy valiosa que desestimamos y desaprovechamos por tantos motivos… Y dejamos de dar ese beso, o decir te quiero o te necesito, o te escucho, o aquí estoy… La vida no se detiene, no nos espera a que nos hagamos un momento para dialogar con quienes nos importan, porque ella no sabe de esperas o de pausas, y menos de que tengamos un mal día o año. Está en nosotros manejar ese tiempo en el que podamos expresar lo que importa, lo que hace falta decir, y algunas veces no requiere de palabras tan sólo de un gesto cargado de ternura.
Ya ha pasado más de la mitad de mi vida desde la partida de mi padre, me pongo a pensar y son pocos los años que tuve la fortuna de estar junto a él, porque la vida quiso llevárselo muy joven. Sin embargo, esos pocos años fueron capaces de contagiarme su entusiasmo y alegría, su forma positiva de ver la vida, sus ojos solidarios y su mano fraterna siempre abierta. Cada día lo llevo conmigo y me ilumina como una antorcha cuando los nubarrones se aproximan.
Cinco años parecen mucho pero no son nada cuando siempre hemos permanecido al lado de esa persona que nos dio la vida, que nos llevó en su vientre, nos amamantó y acompañó en forma incondicional con todo su amor. Es así como mi madre a muy poco tiempo de su partida también me acompaña de una manera diferente, no porque no haya sido trascendental en mis días, sólo que su ausencia por momentos me entristece, porque así son los duelos llevan tiempo y no es cuestión de números o fechas, se trata de superarlos y recordar con alegría.
Hoy la naturaleza se cuela por cada rincón de mi alma, me habla y la escucho y entonces me vienen a la mente tantos recuerdos, en realidad son trocitos que se encuentren en mí muy adentro y que afloran cuando la belleza del día me sorprende. Paso por mi corazón cada momento, doy gracias por haberlos disfrutado y haber aprendido tanto a través de ellos. Sé que continuarán en mi como continúan en ustedes todas las personas que han sido y son importantes en nuestra vida.
Andrea Calvete