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SEGUNDA OPORTUNIDAD

Una segunda oportunidad es una posibilidad que nos abre sus puertas confiada en que estamos dispuestos a disfrutarla y aprovecharla al máximo. Surge cuando hemos aprendido a interpretar al silencio en lugar de pedir respuestas

Dícese con resquemor que los partes dos generalmente no son buenos. A este estigma se les agrega la desconfianza de las miradas que cuchichean, mientras un murmullo desalentador quiere tomar dominio de la escena. Sin embargo, quien está convencido de que vale la pena arriesgarse y darse esta segunda oportunidad, poco le importa lo que dirán, se dispone a continuar contra cielo y marea.

En materia literaria o cinematográfica las segundas partes generalmente no han sido muy aclamadas, porque no rara vez llegan a competir con el éxito de la primera. Y he aquí otro elemento que se introduce en estas segundas partes la comparación, por momentos tan buena y por otros detestable. ¿Por qué vivir comparando, no sería más productivo evaluar sin preconceptos ni parámetros preestablecidos? A esta suerte de castigo se ven expuestas estas segundas oportunidades en la vida, salvo que supere con creces a la primera.

Es muy cierto que hay trenes que no hay que dejarlos pasar, pero también existen muchas estaciones en las que es preciso bajar. He aquí tomar la decisión correcta.

Una segunda oportunidad no surge de un pozo seco, sino del que aún queda agua.

Para que una segunda oportunidad tenga futuro, debe pararse consistente, segura, con la dignidad como bandera, porque la dignidad no admite migajas. Con el convencimiento de que trabajaremos en ella, nos esforzaremos y lucharemos con todas nuestras fuerzas para sacar lo mejor de esta instancia.

Una segunda oportunidad es abrir las puertas que conducen a un destino, a un puerto prometedor, en donde los posibles se dibujan enérgicos, los aromas saben esperanzadores, y los cielos desbordan de anhelos.

¿Quién no se ha reencontrado con alguien alguna vez? El hecho de reencontrarse no implica reestablecer la relación o el vínculo, para que ello suceda debe haber un deseo y una posibilidad latente, es decir materia prima.

Las segundas oportunidades huelen a azar, se perfuman con esmero, tienen la suavidad del terciopelo, el sabor de lo nuevo, el color de la aventura y la frescura de la primavera. Aunque la mayoría de las veces suelen ser fortuitas, luego de pasado el tiempo vemos que nada es tan casual y que en el fondo todo tiene un porqué, aunque a simple vista no alcancemos a comprenderlo.

Es improbable que se produzca una segunda oportunidad entre dos personas que han traspasado los umbrales en los que no hay marcha atrás, dicen que “no se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano” Aunque, los recuerdos suelen ser desmemoriados se dejan guiar por los sentimientos y deseos, y nos alejan de la inteligencia y la razón.

Las segundas oportunidades tienen esa suerte de decir me doy la chance de empezar de nuevo, de no volver a cometer los mismos errores, de madurar, de cuidar lo que digo, de respetar al que escucho, de meditar cuando callo. Porque de alguna manera estas segundas oportunidades me ayudan a crecer, a mejorar, a superarme y sobre todo a ser paciente. La paciencia es una virtud que por infinidad de motivos vamos perdiendo, pero es tan necesaria e importante como el oxígeno que respiramos día a día.

Cuando nos disponemos a sacar los no impenetrables del camino, nos disponemos a: ser, amar, existir, disfrutar, a descubrir lo que hasta ahora nos habíamos negado su existencia.

Una segunda oportunidad es una posibilidad que nos abre sus puertas confiada en que estamos dispuestos a disfrutarla y aprovecharla al máximo. Surge cuando hemos aprendido a interpretar al silencio en lugar de pedir respuestas.

Andrea Calvete

 


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