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SURFEANDO POR LA MENTE

“Hay muchas cosas asombrosas en el mundo, pero nada más asombroso que el hombre”, manifiesta el poeta griego Antígona. A pesar de los miles de años de existencia el hombre sigue despertando curiosidad, asombro, horas de estudio y reflexión. A simple vista parece no haber nada nuevo bajo el sol, porque en diferentes épocas y contextos las motivaciones o disparadores a la hora de reaccionar el ser humano no han sido muy diferentes. "Sex & Drugs & Rock & Roll"  el lema del movimiento hippie de los años 60, de alguna manera no ha quedado tan lejos, y se ha instaurado en nuestros días en las diferentes manifestaciones culturales.

Las sustancias químicas han motivado a los seres humanos desde la noche de los tiempos, así como el sexo ha sido parte esencial en la vida de los hombres, del mismo modo la música lo ha trasladado por diferentes ámbitos, para así despertar cada una de sus emociones, porque todas y cada una de ellas componen los sentimientos que los habitan. Ojo que no estoy haciendo una apología a este lema, simplemente reflexiono acerca de una realidad humana que algunas veces queremos negar o desconocer, y tiene que ver cómo respondemos ante ciertos estímulos para crear y trascender la gris rutina, la forma de despertarlos esto otro tema en el que no me detendré ahora.

Hoy por hoy para que una película, serie o libro sea exitosa debe condimentarse de sexo, droga, suspenso, misterio, morbo, sangre, porque son parte lo que se consume y se vende, pero el fondo responde a la esencia del ser humano.

¿Por qué es importante que una obra cultural despierte cada uno de nuestros rincones? Porque como seres imperfectos tenemos nuestro lado oscuro y nuestro lado claro, nuestras zonas medias, y todas de alguna manera al verse representadas cuando consumimos cultura despiertan en nosotros ese sensación de identificarnos en algún punto del trayecto. Cuando nos sentimos identificados con lo que estamos consumiendo se produce una simbiosis casi mágica en la que nos fusionamos con lo que consumimos, nos compenetramos y experimentamos que somos parte de esa obra que estamos leyendo, o visualizando. De alguna forma, se produce una cierta complicidad entre el autor y el público, que sólo se percibe en ese momento en el que el lector o espectador siente esa identificación, o protagonismo.

Si bien detrás de cada campaña publicitaria o de marketing hay creativos que estudian ¿cómo vender o llegar a determinado sector?, lo que quisiera rescatar es que lo que vende o llega es realmente porque en definitiva las personas es lo que queremos consumir, tiene un porqué una explicación, pero más allá de ella lo importante es conocernos, y comprender que a pesar de lo que nos quieran hacer consumir, tenemos libre albedrío y podemos elegir o decir no cuando algo nos desagrada o no es lo que pretendemos o estamos buscando consumir. Desde, luego que para decir no, primero debemos informarnos, conocer, y tener verdaderas herramientas críticas como para decidir qué deseamos consumir o qué no.

Sexo drogas y rock and roll, no tienen porque significar literalmente lo que implican estas tres palabras, pueden ser distensión, placer, creatividad, a través de lo que cada uno de nosotros lo haga sentir mejor con su día a día, sin necesariamente tener que caer en excesos. Quizás pueda tener que ver con poder surfear en nuestra mente, en poder hallar sensaciones nuevas, colores sorprendentes, aromas distintos, sonidos placenteros, texturas desconocidas y no bajo el efecto de ningún alucinógeno, simplemente dejándonos ser sin restricciones, a través de nuestras posibilidades.

Probablemente, no a todos nos motiven las mismas cosas, pero evidentemente, lo que suele ser impactante, removedor o llama la atención nos motiva por disgusto, o por gusto a disparar ciertas ideas.

Parafraseando a Antígona “hay muchas cosas asombrosas en el mundo, pero nada más asombroso que el hombre”, que seguirá despertando en cada uno de nosotros preguntas, incertidumbres, tras las que continuaremos surfeando en nuestra mente para poder conocer algo más de este mundo, en el que cada persona es parte de un universo intangible e infinito de posibilidades.

Andrea Calvete

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