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EL ALMA GRUPAL

Una chispa divina se enciende y se propaga en una suerte de carrera de posta, así con delicado esmero se despierta el alma grupal coronada a través de la Egrégora.

De este modo, se tejen los nexos para formar el todo y trascender la suma de las partes, en una mezcla indescriptible, en la se fusionan las formas, se pierden los sonidos, se evanecen los colores, se desdibujan aromas para quedar todos entrelazados en una mágica aureola intangible, pero sólida.

Lentamente, se elevan las conciencias, se estimulan los esfuerzos mancomunados, y se alinean las vibraciones en un mismo hilo invisible, en el que se construye una verdadera obra de ingeniería y se pone de manifiesto la Egrégora

Se aúnan con delicadeza las fuerzas psíquicas, energéticas y mentales para vibrar en una misma sintonía. Los pensamientos, deseos y emociones se condesan, y fluye una sutil energía para dar vida al alma grupal y así quedan mágicamente unidos en un mismo canal.

La Egregóra generada a través de nuestros pensamientos, palabras y acciones es la que en definitiva provoca reacciones en nuestro espacio circundante. En la medida que nos alineamos con otros seres que generan la misma vibración comenzamos a establecer una sintonía armónica, que varía de acuerdo a esas sutiles vibraciones que fluyen por el mismo canal, y se genera una Egrégora especial, que solo son capaces de captar quien quedan insertos en la misma frecuencia.

A través de la Egrégora se crea un círculo místico en el que fluye energía y fuerza cósmica, donde se trascienden planos, se elevan conciencias, y se logra el pasaje o trasmutación de un estado a otro, sólo es necesario abrir el corazón, dispuesto a vibrar en la misma sintonía, donde el amor es un condimento esencial a través del que todo se transforma

Andrea Calvete


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