"THE GREAT PRETENDER"
El gran simulador, “The great pretender” de los Plateros llegó por el año 1955 para hacer furor entre el público, fue un hit en su momento, pero aún sigue vigente porque seguimos por diferentes razones , simulando, pretendiendo ser lo realmente no somos, para de alguna manera sentirnos mejor con nosotros mismos
En el mundo de las oportunidades viajamos anhelantes de tropezarnos con la más bella, con la que nos permita pisar ese peldaño para que podamos efectuar ese salto deseado, y así palpar esa realidad que soñamos y nos llena de ilusión y alegría.
Aunque la realidad suele ser bastante diferente a esa que idealizamos o al menos ponemos en esas expectativas a alcanzar, aquí entran a tallar tantas cosas, lo que no va saliendo bien por diferentes razones, lo que realmente no está a nuestro alcance, o lo que si lo está pero luego de varios tropiezos hemos desistido.
Sentirse a la deriva, solo, triste o desorientado, pretendiendo llevar una corona como símbolo de que todo va sobre ruedas, y nuestro corazón late fuerte y vigoroso, es parte de la letra de esta canción, que nos conduce por las calles del desencanto en este caso amoroso, porque los males del corazón son los que en definitiva siempre nos traen aparejado síntomas en nuestro cuerpo que se debilita y enferma.
¿Por qué enfermamos? Porque simulamos estar bien, porque no expresamos lo que nos pasa, porque escondemos el verdadero problema y no lo enfrentamos, no lo asumimos decididos a superarlo. También, no falta quien se queja todo el día y de esa letanía no sale, más que aburrir a todo el que lo rodea y generar una energía muy mala para él y los demás.
Y no está mal pretender lo mejor para cada uno de nosotros, pero siempre recordando dónde nos aprieta el zapato, no haciéndonos trampa al solitario, porque si nos ponemos una mano en el corazón, a cierta altura de la vida sabemos de sobra lo que nos sucede.
Quizás vestirse de buen humor y optimismo sea una de las mejores prendas que podamos incorporar a nuestra indumentaria, pero sin olvidar de llevar el paragua, el pilot y las botas porque el tiempo es cambiante y hay que estar preparados, y no engañarnos y pensar que caminaremos solamente por la verada soleada y agradable de la vida.
Aceptar la frustración es un gran debe que nos conduce por caminos bastantes escabrosos, algunas veces cuánto más rápido la enfrentemos más sencillo será el próximo paso a seguir. Pero los tiempos que vivimos traen aparejados eficacia, velocidad y aciertos, si queremos competir y continuar la carrera. Sin embargo, nos paramos ante una gran paradoja, cada vez tenemos menos tiempo porque estamos excedidos de trabajos y compromisos, y las horas en el día no nos dan, entonces también se genera en nosotros falta de seguridad y confianza que suelen se desestabilizadores a la hora de mirarnos al espejo.
Posiblemente, los más perfeccionistas se sientan aún más frustrados y agredidos pretendiendo alcanzar los desafíos. Pero no siempre es posible no dejar pasar las oportunidades, y si se dejan pasar un gran peso se instala en los hombros.
Simular, pretender ser lo que no se es para sentirse mejor, es alguna veces una mera necesidad para hacernos ese guiño que estamos necesitando para seguir, entonces, si es tan importante estimulemos nuestro ánimo y espíritu, pero no dejemos de apreciar lo que realmente debemos cambiar para superar lo que nos incomoda o perjudica.
En el mundo de las oportunidades viajamos anhelantes de tropezarnos con la más bella, con la que nos permita pisar ese peldaño para que podamos efectuar ese salto deseado, y así palpar esa realidad que soñamos y nos llena de ilusión y alegría.
Aunque la realidad suele ser bastante diferente a esa que idealizamos o al menos ponemos en esas expectativas a alcanzar, aquí entran a tallar tantas cosas, lo que no va saliendo bien por diferentes razones, lo que realmente no está a nuestro alcance, o lo que si lo está pero luego de varios tropiezos hemos desistido.
Sentirse a la deriva, solo, triste o desorientado, pretendiendo llevar una corona como símbolo de que todo va sobre ruedas, y nuestro corazón late fuerte y vigoroso, es parte de la letra de esta canción, que nos conduce por las calles del desencanto en este caso amoroso, porque los males del corazón son los que en definitiva siempre nos traen aparejado síntomas en nuestro cuerpo que se debilita y enferma.
¿Por qué enfermamos? Porque simulamos estar bien, porque no expresamos lo que nos pasa, porque escondemos el verdadero problema y no lo enfrentamos, no lo asumimos decididos a superarlo. También, no falta quien se queja todo el día y de esa letanía no sale, más que aburrir a todo el que lo rodea y generar una energía muy mala para él y los demás.
Y no está mal pretender lo mejor para cada uno de nosotros, pero siempre recordando dónde nos aprieta el zapato, no haciéndonos trampa al solitario, porque si nos ponemos una mano en el corazón, a cierta altura de la vida sabemos de sobra lo que nos sucede.
Quizás vestirse de buen humor y optimismo sea una de las mejores prendas que podamos incorporar a nuestra indumentaria, pero sin olvidar de llevar el paragua, el pilot y las botas porque el tiempo es cambiante y hay que estar preparados, y no engañarnos y pensar que caminaremos solamente por la verada soleada y agradable de la vida.
Aceptar la frustración es un gran debe que nos conduce por caminos bastantes escabrosos, algunas veces cuánto más rápido la enfrentemos más sencillo será el próximo paso a seguir. Pero los tiempos que vivimos traen aparejados eficacia, velocidad y aciertos, si queremos competir y continuar la carrera. Sin embargo, nos paramos ante una gran paradoja, cada vez tenemos menos tiempo porque estamos excedidos de trabajos y compromisos, y las horas en el día no nos dan, entonces también se genera en nosotros falta de seguridad y confianza que suelen se desestabilizadores a la hora de mirarnos al espejo.
Posiblemente, los más perfeccionistas se sientan aún más frustrados y agredidos pretendiendo alcanzar los desafíos. Pero no siempre es posible no dejar pasar las oportunidades, y si se dejan pasar un gran peso se instala en los hombros.
Simular, pretender ser lo que no se es para sentirse mejor, es alguna veces una mera necesidad para hacernos ese guiño que estamos necesitando para seguir, entonces, si es tan importante estimulemos nuestro ánimo y espíritu, pero no dejemos de apreciar lo que realmente debemos cambiar para superar lo que nos incomoda o perjudica.
Andrea Calvete