HORUS
Las olas vestidas de
ocre reverenciaron a Horus y como en
un descuido se fusionaron mágicamente con la arena. Embriagadas por el misterio
y el encanto del mar las aves planearon sigilosas hasta alcanzar el horizonte dorado. El sonido del agua que
rompía en la orilla acunó cada detalle de la obra maestra para que los sentidos
palpitaran y degustaran con fervor el nacimiento del día.
Andrea Calvete