DE LA MANO DEL SILENCIO
Se evaneció en una lágrima cuando el fresco suspiro del alba le tomó por sorpresa. Vibró en una risa espontanea junto al cálido comienzo del día. Siguió a su ritmo, las pequeñas gotas de rocío le acariciaron con delicado esmero, los cerezos tupidos de flores perfumaron su marcha y le ofrecieron asiento, allí un ameno intercambio alojó a la sabiduría. Sin darse cuenta, trascendieron el tiempo y el espacio, los minutos perdieron el sentido, las palabras desabotonaron su rigidez y las afirmaciones abandonaron esa solemnidad que las hacía implacables. La quietud de la mano del silencio dibujó una hermosa orquídea en la bruma.
Andrea Calvete
Andrea Calvete