¿CÓMO DIBUJAMOS NUESTRA REALIDAD?
La dimensión de la realidad que vivimos se ve reflejada por distintos medios a través de los que nos comunicamos. En estos últimos años las redes sociales se han convertido en una importante pantalla en la que exhibimos todo lo que nos sucede. Cabe preguntarnos si esta nueva forma de existencia refleja lo que realmente somos o se acerca más a una realidad que buscamos construir en base a fotos, videos, instantes rescatados, que algunas veces distan de lo que son nuestras verdaderas veinticuatro horas del día.
El tema latente es enfrentar nuestra realidad a las expectativas, podemos fantasear, soñar, anhelar y correr tras lo que deseamos o esperamos sin que se desdibuje el punto del camino en el que nos encontramos. El tomar consciencia real de dónde estamos parados algunas veces suele ser dolorosa o decepcionante, entonces surge una especie de evasión o fuga hacia otras dimensiones que distan con el aquí y ahora que nos toca vivir.
Las fotos que solían estar en álbumes pasaron a recorrer las redes sociales llegando algunas veces a personas que ni si quiera hemos visto alguna vez, y que sin embargo comentan y participan de estos momentos que compartimos. Un aspecto positivo es mostrar sin inhibiciones y con sinceridad lo que vivimos, y por otra parte poder conectarnos y conocer gente maravillosa. Pero, como no todo es color de rosas, en contrapartida importa cuestionarnos si lo que compartimos es recibido de la mejor manera y genera la alegría que esperamos o es llega a los destinatarios de una forma muy distinta con la que fue compartida.
Por otra parte, me cuestiono si la vida sucede a través de la pantalla o es al revés, y me explico por medio de un simple ejemplo: ¿Vamos a la playa para disfrutar de un baño, de su arena, de un atardecer y el yodo del mar, o en el fondo vamos a dejar registro de lo que hemos hecho, olvidando disfrutar del cometido que nos ha convocado a ese preciso lugar?
Por momentos ocupamos mucho tiempo en correos electrónicos, Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram… grupos en los que conocemos a la mitad de las personas y sin embargo nos vemos atrapados en una conversación en la que la mayoría de las veces no logramos seguir el hilo conductor. De este modo, sin darnos cuenta, restamos de disfrutar o compartir con nuestros verdaderos afectos, cuando el tiempo es una variable escasa y que no se detiene. ¿Cuántos de los que nos siguen o ponen me gusta en las redes sociales o entablan una conversación realmente nos aprecian o quieren?, quizás una gran mayoría satisfaga su curiosidad al leernos, otros ni siquiera le importemos, y otros tantos no nos quieran como creemos. ¿Será acaso esta una manera de pasar el tiempo, de distracción, o de evasión de una realidad que nos oprime y asfixia? ¿Acaso son las expectativas tan grandes y lejanas como para desdibujar la realidad que nos circunda?
Pero no debemos olvidar que el universo de las apariencias es más viejo que el mundo, ha estado presente mucho antes de la existencia de internet y las redes sociales, quizás por aquellos tiempos se reflejara de otra forma pero es indudable que es una cuestión inherente a una necesidad humana que se correlaciona con la sociedad en la que vivimos y en la que ocupamos un espacio, en la que necesitamos ser valorados, queridos e interactuar con nuestros semejantes.
Analizando con detenimiento el comportamiento en las diferentes redes sociales se puede percibir que hay muchas personas que se encuentran solas, deprimidas, desamparadas, con una imperiosa necesidad de ser escuchadas y queridas, y hallan aquí un espacio ideal para poder canalizar lo que les sucede.
Ojalá fueran sinceros y desde el corazón todos los me gusta o seguidores a la hora de publicar un video o una foto, ante este deseo me cuestiono: ¿Vale la pena compartir algunos momentos o pensamientos íntimos, exponerlos sin tener verdadero control a quienes están llegando y de qué manera? ¿Qué generamos en los demás? ¿Qué buscamos cuando compartimos en las diferentes redes sociales, comunicarnos, reconocimiento, respeto, admiración, empatía, simpatizantes, amigos, o simplemente aparentar una vida que dista con la que realmente llevamos? Cada cual tendrá su propia respuesta a esta serie de preguntas y sabrá qué es lo que comparte y por qué, lo importante es tener consciencia de ello y no desdibujar la realidad que es parte de nuestra existencia.
El tema latente es enfrentar nuestra realidad a las expectativas, podemos fantasear, soñar, anhelar y correr tras lo que deseamos o esperamos sin que se desdibuje el punto del camino en el que nos encontramos. El tomar consciencia real de dónde estamos parados algunas veces suele ser dolorosa o decepcionante, entonces surge una especie de evasión o fuga hacia otras dimensiones que distan con el aquí y ahora que nos toca vivir.
Las fotos que solían estar en álbumes pasaron a recorrer las redes sociales llegando algunas veces a personas que ni si quiera hemos visto alguna vez, y que sin embargo comentan y participan de estos momentos que compartimos. Un aspecto positivo es mostrar sin inhibiciones y con sinceridad lo que vivimos, y por otra parte poder conectarnos y conocer gente maravillosa. Pero, como no todo es color de rosas, en contrapartida importa cuestionarnos si lo que compartimos es recibido de la mejor manera y genera la alegría que esperamos o es llega a los destinatarios de una forma muy distinta con la que fue compartida.
Por otra parte, me cuestiono si la vida sucede a través de la pantalla o es al revés, y me explico por medio de un simple ejemplo: ¿Vamos a la playa para disfrutar de un baño, de su arena, de un atardecer y el yodo del mar, o en el fondo vamos a dejar registro de lo que hemos hecho, olvidando disfrutar del cometido que nos ha convocado a ese preciso lugar?
Por momentos ocupamos mucho tiempo en correos electrónicos, Whatsapp, Facebook, Twitter, Instagram… grupos en los que conocemos a la mitad de las personas y sin embargo nos vemos atrapados en una conversación en la que la mayoría de las veces no logramos seguir el hilo conductor. De este modo, sin darnos cuenta, restamos de disfrutar o compartir con nuestros verdaderos afectos, cuando el tiempo es una variable escasa y que no se detiene. ¿Cuántos de los que nos siguen o ponen me gusta en las redes sociales o entablan una conversación realmente nos aprecian o quieren?, quizás una gran mayoría satisfaga su curiosidad al leernos, otros ni siquiera le importemos, y otros tantos no nos quieran como creemos. ¿Será acaso esta una manera de pasar el tiempo, de distracción, o de evasión de una realidad que nos oprime y asfixia? ¿Acaso son las expectativas tan grandes y lejanas como para desdibujar la realidad que nos circunda?
Pero no debemos olvidar que el universo de las apariencias es más viejo que el mundo, ha estado presente mucho antes de la existencia de internet y las redes sociales, quizás por aquellos tiempos se reflejara de otra forma pero es indudable que es una cuestión inherente a una necesidad humana que se correlaciona con la sociedad en la que vivimos y en la que ocupamos un espacio, en la que necesitamos ser valorados, queridos e interactuar con nuestros semejantes.
Analizando con detenimiento el comportamiento en las diferentes redes sociales se puede percibir que hay muchas personas que se encuentran solas, deprimidas, desamparadas, con una imperiosa necesidad de ser escuchadas y queridas, y hallan aquí un espacio ideal para poder canalizar lo que les sucede.
Ojalá fueran sinceros y desde el corazón todos los me gusta o seguidores a la hora de publicar un video o una foto, ante este deseo me cuestiono: ¿Vale la pena compartir algunos momentos o pensamientos íntimos, exponerlos sin tener verdadero control a quienes están llegando y de qué manera? ¿Qué generamos en los demás? ¿Qué buscamos cuando compartimos en las diferentes redes sociales, comunicarnos, reconocimiento, respeto, admiración, empatía, simpatizantes, amigos, o simplemente aparentar una vida que dista con la que realmente llevamos? Cada cual tendrá su propia respuesta a esta serie de preguntas y sabrá qué es lo que comparte y por qué, lo importante es tener consciencia de ello y no desdibujar la realidad que es parte de nuestra existencia.
Andrea Calvete