SONRISA CONTAGIOSA
Ráfagas secas, notas disonantes se perciben en las pupilas de la mañana. Se atrincheran el dolor y la tristeza, unidos intensamente, llevan en su rostro una amargura profunda.
La sonrisa los mira afligida, porque siente que no podrá aflorar en un mucho tiempo. Entonces se pregunta: “¿Por qué no puedo ser más fuerte que ellos, por qué han de vencerme, con su pesar y su mala energía?”
Ha resplandecido en muchos rostros, ha iluminado el día de muchas personas, pero hoy siente que no puede salir, que no puede dejarse ver, alguien la ha encerrado como una prisionera, sin ni siquiera contar con la visita de un abogado defensor.
Aturdida, ya muy quieta, apenas respira. A los lejos se perciben suaves melodías que sirven como pequeños masajes al corazón. Más aliviada escucha la risa de un niño, auténtica y espontanea. Así sin darse cuenta la sonrisa se contagia en forma milagrosa y resplandece entre las sombras.
Ha resplandecido en muchos rostros, ha iluminado el día de muchas personas, pero hoy siente que no puede salir, que no puede dejarse ver, alguien la ha encerrado como una prisionera, sin ni siquiera contar con la visita de un abogado defensor.
Aturdida, ya muy quieta, apenas respira. A los lejos se perciben suaves melodías que sirven como pequeños masajes al corazón. Más aliviada escucha la risa de un niño, auténtica y espontanea. Así sin darse cuenta la sonrisa se contagia en forma milagrosa y resplandece entre las sombras.
Andrea Calvete