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EL SABOR DE LA DESPEDIDA

Por Andrea Calvete

Las despedidas no son gratas para nadie, ni para los que se van, ni tampoco para los que quedan. Tienen un sabor amargo y doloroso. En contrapartida las llegadas saben a aire fresco, a desborde de alegría.

Y “sólo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de nuestro amor”, describe con certeza, George Eliot la sensación que se produce internamente cuando alguien muy querido se marcha.

Hoy por hoy es muy común que tengamos algún ser querido viviendo fuera de nuestro país, y así surge la grata sorpresa cuando nos avisan que vienen unos días por Uruguay, y entonces aprontamos para recibir a esa persona que hace tiempo no vemos, y que extrañamos tanto.

El reencuentro es muy emocionante, a pesar de que uno se puede mantener en contacto prácticamente todos los días vía Internet, teniendo acceso cara a cara a través de la pantalla, mas el contacto físico no es lo mismo, no hay con que pagarlo, y no habrá tecnología que pueda superarlo.

El contacto personal es algo mágico, que nos traslada en el tiempo, que nos permite llegar hasta los lugares más lejanos en los recuerdos, y todo se revive como si estuviéramos allí, ¡tantos momentos compartidos!, lindos, intensos, buenos, malos, pero vividos con todo el corazón… ¡tantos años transitados!, pero de pronto se ven desgarrados tras la separación de vivir muy lejos…

Y así muchas familias hoy se ven separadas por un océano, que si bien son quince horas de avión, no son tan sencillas acceder a ellas: los costos, los tiempos, la familia, el trabajo… son tantas cosas que intervienen a la hora de intentar hacer una visita que finalmente se hace cuesta arriba.

Sin embargo, el sabor del reencuentro es algo sensacional, permite aflorar tantas sensaciones guardadas, olvidadas, que sólo con esa persona que hacía tanto tiempo que no veíamos somos capaces de compartir, porque cada persona en esta tierra es única y especial, de allí la importancia de cada ser en nuestras vidas.

Mas finalmente, volviendo al tema inicial, las despedidas no son gratas en ninguna circunstancia, pero si algo debiéramos rescatar es todo lo que esa persona tan especial significa para nosotros, que aún en la distancia, en el tiempo… o lo que nos separe siempre, siempre, permanecerá en nuestro corazón y en nuestra alma, pues los seres queridos ocupan ese lugar único y especial,  y no habrá nada que pueda revertir eso.

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