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UN ALA CORTADA O AVERIADA PODRÁ SIGNIFICAR SERIOS PROBLEMAS EN LA VIDA

Por Andrea Calvete

Somos el producto de nuestra crianza, de los valores adquiridos, de la sumatoria de todo lo que vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida, siempre en el marco del respeto y de la libertad.

En ese recorrer, la adquisición de hábitos es parte de lo que desarrollaremos en nuestro día a día. Asimismo, también existen situaciones que nos juegan en contra nos bloquean o nos impiden avanzar en algunos aspectos, ocasionándonos ciertas dificultades en ámbitos laborales o personales.

La psiquis humana es muy compleja, por lo tanto como padres, o educadores de generaciones futuras debemos ser muy precavidos a la hora de transmitir ciertos conceptos, siempre apuntando a la libertad del individuo, a no generar temores o inhibiciones.

En tal sentido, podemos indicar todos los caminos posibles, pero no a través del miedo o la represión, sino del diálogo fluido, sincero, en el que se produzca un intercambio continuo, y no cortemos las alas de quien comienza a volar.

Pues un ala cortada o averiada podrá significar serios problemas en la vida de una persona, conflictos que deberá enfrentar de mayor pero que fueron adquiridos en etapas muy tempranas.

A nadie se le puede ocurrir que educadores, o padres cometan intencionalmente un acto que repercuta por siempre en la vida de las personas que recién comienzan a vivir, pero como seres humanos imperfectos y factibles de equivocaciones todos somos pasibles de errores. Por eso es imprescindible a la hora de educar ser cautelosos y cuidadosos al impartir los conceptos. Al respecto Campoamor  expresa que “la libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe”.

Una frase que describe las claves de la educación la establece Benjamín Franklin al expresar: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Es primordial, en el proceso educacional que ambas partes se involucren con devoción e interés en el tema compartido, de ese modo la comunicación entre educador y educando será mucho más sencilla y fructífera.

Quienes educamos, debemos recordar lo que implica este desafío, pues en nuestras manos está el futuro de las próximas generaciones, de esos tallos blandos y sensibles que comienzan a erguirse a través de nuestra guía, por eso la concientización del valor de esta noble tarea debe siempre permanecer presente.

Finalmente, para lograr nuestra soberanía  será necesario poseer una base abundante de conocimientos, que nos permita ser libres como individuos y correr tras lo creemos justo y necesario para los demás y para nosotros mismos.

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