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MOTÍN DE SENTIMIENTOS

Por Andrea Calvete

Los sentimientos se amotinan tras nuestros estados de ánimo, y es así que muchos días prevalecen algunos positivos, cargados de dinamismo, y otros los que nos hacen sentir mal con nosotros mismos y con los demás.

Los hay de todos los colores, la variedad es extensa, aquí aparecen: el aburrimiento, la admiración, el afecto, el amor,  la alegría, la confianza, la desconfianza, la gratitud, el dolor, la esperanza, la  fe, la ira, la  melancolía, la insatisfacción, el orgullo, el miedo, la nostalgia, el respeto…

Sin darnos cuenta, pronto se presentan y se instalan haciéndonos pasar algunos días llenos de alegrías y otros cargados de amarguras, mas dependerá de cada uno de nosotros permitir ¿cuáles son los que queremos que afloren?

En tal sentido, Khalil Gibran  expresa que “en el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”. Por eso estará en cada uno descubrir ese lado positivo aún en los días fríos o en las noches oscuras.

Más han de salir errados los cálculos si interfieren en ellos el temor o la esperanza en demasía, pues el temor paraliza, y las falsas expectativas decepcionan.

Y es así que los sentimientos se amotinan en la sangre, y por nuestras venas corren cambiando nuestro humor en la medida que les permitamos avanzar.

Por su puesto que no es sencillo manejarlos, pero siempre es mejor una sonrisa, una buena cara, una respuesta cordial, que un rostro abatido, mal humorado o cansado, los resultados de nuestro proceder  obviamente dependerán directamente de ellos.

También debemos reconocer que factores externos bombardean para que estos motines prevalezcan ocasionándonos graves problemas, como el tedio, la rutina, la falta de tiempo, de dinero, de amor, de afecto, de salud…, tantas carencias producto de tantos problemas.

Pero no podemos olvidar que no existen vidas perfectas, aún aquel que parece tener todo en algún punto falla. Porque las vidas no son círculos  que cierran a la perfección, son grandes círculos que conllevan un gran esfuerzo personal para que cierren de la mejor manera.

Asimismo, si nuestras expectativas se dejan llevar por el consumismo atroz que  toca a nuestras puertas cada día, quizás nunca alcancemos las metas trazadas, pues siempre correremos por más y más, es como el cuento de nunca acabar.

Más allá de los motines, y las turbulencias, no debemos sentarnos a esperar que vengan tiempos mejores, sino todo lo contrario comprometernos al máximo por superarnos cada día.

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