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CON LA CABEZA EN ALTO


El 2020 nos ha dado un fuerte sacudón, nos ha hecho cuestionar, pensar, reflexionar, y sobre todo sacar a luz lo mejor y peor de cada uno. Cuando las dificultades se asoman todos reaccionamos de diferente manera, sin embargo, esta reacción será la que nos marcará el camino.

Decido a abandonar el barco y cansado de remar, el navegante ha bajado las velas, está a punto de reinventarse, pero aún no ha dado ese primer paso.  

Los pesimistas ya no encuentran motivos, o razones para continuar, porque la Apocalipsis ha llegado, mientras los optimistas dicen: “El mundo siempre ha tenido crisis y las hemos superado, no es hora de bajar los brazos”

Sentados tomando mate en el balcón están los que dejan para mañana lo que pueden hacer hoy, porque nunca tienen apuro, entonces esperan con calma a que las cosas se empeoren para tomar cartas en el asunto.

Con un dedo señalando persisten los que acusan y critican todo lo que se hace, mientras los otros dos dedos los señalan a ellos, pero muy ocupados en la crítica no lo advierten.

Los que se paralizan ante los desastres se sientan en el sillón más cómodo de la casa, y no atinan más que a ver el noticiero, entonces día a día las contracturas se hacen fuerte en sus espaldas.

Los trabajadores entienden que el salario ya no alcanza, temen que a la mínima de cambio  puedan ser despedidos, y no ven cómo llegar a fin de mes. Como malabaristas intentan que no falte nada a la hora de sentarse a la mesa, pero hay días en los que no quieren preocupar a la familia y dicen que se han puesto en una dieta diferente para llegar mejor al verano.

Los que han quedado sin empleo, desesperados miran el almanaque porque se acerca el día en el que finaliza el seguro de paro, y al buscar trabajo no encuentran nada. La desesperación nunca ha sido un buen hilo conductor, pero ella está presente y presiona a los que ya no les queda demasiada fuerza.

Los descreídos dicen que el Covid es una invención de los gobiernos, que detrás de todo hay una inmensa manipulación para hacernos hacer lo que desean, entonces caminan por la calle sin tapabocas en símbolo de rebeldía. Es así que el enojo pone en peligro a un gran número de personas.

Los que han enfermado sienten que su cuerpo ya no puede más, que sus fuerzas los han abandonado, aunque se han dado cuenta que siguen batallando día a día, porque la vida es muy bella a pesar de todo como para darse por vencidos.

Sin embargo, no faltará quien de todo lo dicho haya experimentado algo, y más allá de las piedras y obstáculos camina, con altibajos por su puesto, pero decido a no darse por vencido y a continuar porque a pesar de todo confía en él y en sus seres queridos, en sus semejantes, y embarcado con fuerza va a dar pelea a este 2020 porque de él se ha de bajar con la cabeza en alto.

Andrea Calvete

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