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EL ÁRBOL DEL CORAZÓN

El árbol del corazón tiene la nobleza de ser genuino, ninguna desesperanza lo detiene, o ingratitud lo quebrante, él sigue latiendo a su ritmo, para generar nuevas hojas de ilusión impregnada de los aromas más sutiles y los colores más bellos que estén a su alcance.

Las ilusiones perdidas se desprenden del árbol del corazón, quedan así en el piso, mientras quienes caminan las pisan sin saber realmente el dolor que nos causan. A su vez nosotros pisamos las ilusiones desprendida de otros corazones que al igual que nosotros se dejan llevar por la desesperanza de haberlas dejado atrás.

Tanto se pierde en la vida, pero como contrapartida se gana. Cada ilusión que se desvanece tiene como resultado otra nueva ilusión que aparece para iluminar nuestro día, pero se torna realmente difícil cuando quedamos en blanco a la espera de que una nueva ilusión aparezca o ilumine nuestro camino, porque nos hallamos a la deriva sin saber muy bien para dónde agarrar.

Sentimos que no habrá un después, se deshilachan las ilusiones como un vuelo inconcluso. Se visten de ocres las tardes en un desesperado intento porque algún naranja aparezca.

Sin embargo, al mirar con detenimiento esas ilusiones que se han desprendido del corazón alcanzamos a percibir esos naranjas que aún permanecen en la acera, entonces comienzan a iluminarse nuestras pupilas esperanzadas, porque que se asoma un brillo esperanzador que llega del árbol del corazón.

“Hojas del árbol caídas, juguetes del viento son. Las ilusiones perdidas, ¡ay!, son hojas desprendidas del árbol del corazón” nos dice José de Espronceda

El árbol del corazón tiene la nobleza de ser genuino, ninguna desesperanza lo detiene, o ingratitud lo quebrante, él sigue latiendo a su ritmo, para generar nuevas hojas de ilusión impregnada de los aromas más sutiles y los colores más bellos que estén a su alcance.

Andrea Calvete  




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