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MIRADA MIOPE

Mucho tiempo después te comprendo, se levanta ese velo oculto, se abren las ventanas, y se hace la luz. Llegan a mí con claridad cada una de tus palabras, entonces me estremezco.

¿Por qué fui tan ciega?, ¿qué era lo que no me permitía ver?, ¿diferencia generacional?, ¿no admitir que estabas mal?... En realidad hasta último momento, no tuvimos un diagnóstico claro. A esto debemos sumar nuestras ganas porque estuvieras bien, radiante como siempre.

Pero, el tiempo es un gran maestro, decanta con exactitud todo lo sucedido, te toma de la mano y te hace entender cada detalle, sólo es cuestión de abrir el corazón para que esto suceda.

Es evidente que en este diálogo en el que tiempo y espacio nos interpelan, se entrelazan subjetividades, todos los sentimientos profundos que transitan dentro de uno.

Me vienen a la mente diálogos entre nosotros, que se esclarecen tan sólo con sonar en mi cabeza. Un enorme sentimiento de gratitud se apodera de mi, en el que te abrazo y te bendigo por lo vivido. Sé que me acompañarás eternamente.

Ah sí, ¡el tiempo es un gran aliado, nos ayuda a ver lo que hasta ahora nuestra mirada miope no veía! Y una vez más, “todo depende del cristal con que se mira”.

Andrea Calvete

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