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CONQUISTAR NUESTROS MIEDOS

Sentir miedo es natural, está relacionado con esa ansiedad en la que el corazón late con mayor velocidad, el cuerpo transpira y el estómago pulsa. A los miedos hay que conquistarlos, para transformarse en un punto de superación y crecimiento personal.

Las personas experimentamos ansiedades y miedos de vez en cuando, algunas veces inmovilizados ante determinadas situaciones, rehenes del miedo, sin libertad de acción, quedamos atrapados en una inmensa tela araña, como perdidos en un intrincado laberinto. Sin embargo, un poco de ansiedad puede ayudar a las personas a mantenernos alertas y concentradas.

Algunos seres arrastran carencias en su formación social, lo que incide en el trato público, generando timidez, miedo, falta de confianza, en este caso la falta de ciertas habilidades pronto se pueden adquirir consultando a un profesional especializado en la salud mental.

El miedo es un modo de vivir el peligro que afrontamos los seres humanos, y tiene una vertiente física y otra psicológica. La vertiente física: el cuerpo se prepara para una acción defensiva eficaz y rápida. Así varía el tono muscular, aumenta el ritmo cardíaco y respiratorio, el PH ácido del estómago. El miedo genera la situación opuesta al relax, en el que las funciones del organismo se desarrollan en su mínima expresión. La vertiente psicológica: es el cerebro quien decide cuando determinada percepción o idea es realmente peligrosa. Aquí repercutirán las experiencias vividas.

¿Cómo se generan los miedos? Algunos de ellos se relacionan con lo que se nos inculca de pequeños, dónde la información recibida marca una huella importante. Otras veces las experiencias personales vividas, nos condicionan y ante una situación similar surge el miedo.

También aparecen casos de miedos irracionales, es decir se presentan los efectos del miedo sin que exista un peligro real, estas situaciones fóbicas también tienen un tratamiento psicológico. Cabría aclarar que la fobia es un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas.

En nuestros días, la individualidad, sentimientos, pensamientos, conciencia moral, libertad y responsabilidad individual; son difíciles de sostener como ideales humanos, entonces el individuo es invadido por la soledad y el aislamiento, en tanto la libertad se convierte en un sentimiento lejano.

Entonces, los miedos surgen de la mano de la desestabilidad que rodea a nuestro mundo actual, donde ocurren cosas que no tienen ni pie ni cabeza, donde nada es sencillo, donde la competitividad es cada vez mayor, donde el tiempo corre en forma vertiginosa, y no nos permite detenernos a respirar hondo.

“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”, así lo expresa Aldous Huxley

Y el miedo no conduce a nada bueno, no nos permite ver las situaciones con nitidez, distorsiona las imágenes. Ya se me dirán que es inevitable sentirlo, lo sé, pero también depende de la voluntad de cada uno el hecho de superarlo, hacerle frente, y si no se puede vencer por uno mismo pedir ayuda profesional.

Existe un proverbio inglés que dice “nunca tengas miedo del día que no has visto”, porque mientras imaginamos o suponemos corremos un alto riesgo a equivocarnos. Así vivimos esperando y previendo lo que sucederá mañana, y desperdiciamos el presente con su infinidad de posibilidades.

Y por el camino del miedo, se pierde la esperanza, la razón, el equilibrio, se pierde la paz necesaria para proceder con cordura, con tranquilidad. Es un mal conductor que nos guiará al desánimo, al pesimismo, a un lugar oscuro e incómodo.

Aunque cabe reconocer, que el temor es algo natural y positivo, pues nos protege a los animales y al ser humano de amenazas, como mecanismo de defensa. Mas cuando se convierte en un sentimiento que nos inmoviliza o estanca entonces ya pasa a ser un problema serio, y no importa si tenemos motivos o son infundados.

Existen dos formas de enfrentar el miedo: una no aceptarlo y descartarlo sin demasiados miramientos, cosa que no es sencilla porque para eso hay que vencerlo; o la segunda opción aceptarlo, que implica reconocer cierta vulnerabilidad, y enfrentarlo de la mejor manera, convivir con él de modo que podamos llevar a cabo nuestro diario vivir sin problemas. Por eso, sentémonos con nosotros mismos, desnudemos nuestros miedos, analicemos su origen, así será más fácil vislumbrar soluciones. 

El miedo se puede manifestar a través de la agresividad o a través de la sumisión. Vivimos en un mundo donde algunas personas se solapan en sus miedos, sus miserias, hacen cosas horripilantes, sin importar las consecuencias de sus atroces actos. En tanto, las situaciones cotidianas son de tal complejidad, que los más pequeños movimientos resultan desafíos inmensos, implican hacer frente a miedos de todo tipo en forma constante, pero éste es el tiempo que nos ha tocado vivir.

Igualmente, los optimistas, cargados de energía y valentía, se hallarán más fortalecidos a la hora de enfrentar los miedos, pues su entusiasmo y vitalidad serán poderosos instrumentos para no detenerse.

Quien enfrenta sus miedos, dudas, ansiedades, ese sentimiento de ir solos contra la marea, de forma de evitar los caminos de la evasión. Cada vez son más los desafíos que conlleva vivir en este mundo, entonces es importante pararse ante las distintas situaciones con herramientas válidas, que nos permitan un pensamiento crítico para lograr avanzar, sin que el miedo nos paralice. Quien logra conquistar sus miedos, los transforma en pequeños puntos de superación y crecimiento personal.

Andrea Calvete

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