HISTORIA DE UNA HERENCIA
En el misterioso tejido de nuestras vidas, hay hilos invisibles que nos conectan con aquellos que nos precedieron. Heredamos mucho más que simples rasgos físicos; llevamos con nosotros un legado de experiencias, tradiciones y peculiaridades que moldean nuestra identidad de formas sutiles pero poderosas.
El color de nuestros ojos puede ser un eco de generaciones pasadas, una mezcla única de pigmentos que trae consigo historias ancestrales. En la profundidad de una mirada, a menudo se esconde el reflejo de antepasados que nos observan desde la distancia del tiempo.
Pero más allá de lo tangible, también heredamos manías, esas pequeñas peculiaridades que parecen estar inscriptas en nuestros genes. Es así como cada gesto puede ser el latir de aquellos que nos precedieron. Es como si la memoria genética se manifestara en gestos cotidianos, para recordar de dónde venimos y quiénes somos.
Los hábitos, también, son parte de esta herencia invisible. La forma en que nos levantamos cada mañana, los rituales que seguimos antes de dormir, incluso la manera en que abordamos los desafíos de la vida, todo esto puede estar influenciado por las enseñanzas y prácticas transmitidas de generación en generación. Son como viejos mapas que guían nuestros pasos, marcando el camino que otros han recorrido antes que nosotros.
En este complejo entramado de herencias, nos encontramos a nosotros mismos, una mezcla única de pasado y presente. Pero en nuestra individualidad, también llevamos consigo la vibración de quienes nos precedieron, porque somos parte de algo más grande que nosotros mismos.
Hoy quiero agradecer lo heredado todo sin exclusión, lo bueno y lo malo. Se preguntarán por qué agradecer lo malo, ¿qué sentido tiene? Es que desde la adversidad uno sale más fortalecido, porque como dice un antiguo dicho: “lo que no te mata te fortalece”
Ojalá deje una buena herencia en mis hijos, deseo que todo lo que no ha sido como esperaban les sirva para revertir la situación y se sientan personas plenas y satisfechas.
Siento que no es cuestión de responsabilizar a nuestra herencia por lo no fue y pudo ser, a cierta altura de la vida es importante mirar aquí y ahora, para hacer con lo que tenemos lo mejor de cada día.
Dicen que somos producto de lo que heredamos, otro poco de lo que aprendemos y en gran parte de lo que nos esforzamos y proponemos hacer.
Quizás comprender que somos parte de una historia de una herencia, nos permita ver dónde estamos parados, con una mano puesta en el corazón dispuestos a vibrar en la mejor sintonía, porque “sólo se trata de vivir”.