PARA ARREGLAR AL MUNDO, PRIMERO HAY QUE ARREGLAR AL HOMBRE
Lejos de parecer una utopía, hoy compartiré un cuento que nos acerca a ver que nuestro mundo todavía se puede salvar. Algunas veces las soluciones parecen estar en los otros, en los gobiernos, en los estados, en las naciones, pero es una realidad que los grandes cambios comienzan por uno mismo, en esa conjunción en la que construimos al ser humano. En este breve relato se resalta al hombre como solución a los problemas del mundo
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba semanas en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió el laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo.
El hombre se puso muy nervioso por la interrupción pues estaba contrarreloj, pensó entonces una forma de mantener ocupado y entretenido al niño. Miró rápidamente a su alrededor y encontró una revista en la que había un mapa con el mundo ¡Justo lo que precisaba! Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos, se lo entrego a su hijo con un rollo de cinta y le dijo:
- Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie -Calculó que al pequeño le llevaría mucho tiempo componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escucho la voz del niño que lo llamaba y le decía:
- ¡Papá, papá!, ya hice todo, conseguí terminarlo-
Al principio el padre no creyó que su hijo hubiera sido capaz de resolver la propuesta. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo lo había hecho?
- Hijito, tu no sabías como era el mundo, ¿cómo lo lograste?
- Papá yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.
De esta forma el científico asombrado encontró la respuesta que hacía mucho tiempo venía buscando y no encontraba: Para arreglar al mundo primero hay que arreglar al hombre.
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba semanas en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió el laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo.
El hombre se puso muy nervioso por la interrupción pues estaba contrarreloj, pensó entonces una forma de mantener ocupado y entretenido al niño. Miró rápidamente a su alrededor y encontró una revista en la que había un mapa con el mundo ¡Justo lo que precisaba! Con unas tijeras recorto el mapa en varios pedazos, se lo entrego a su hijo con un rollo de cinta y le dijo:
- Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie -Calculó que al pequeño le llevaría mucho tiempo componer el mapa, pero no fue así. Pasadas algunas horas, escucho la voz del niño que lo llamaba y le decía:
- ¡Papá, papá!, ya hice todo, conseguí terminarlo-
Al principio el padre no creyó que su hijo hubiera sido capaz de resolver la propuesta. Pensó que sería imposible que a su edad hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo lo había hecho?
- Hijito, tu no sabías como era el mundo, ¿cómo lo lograste?
- Papá yo no sabía como era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di vuelta los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado al mundo.
De esta forma el científico asombrado encontró la respuesta que hacía mucho tiempo venía buscando y no encontraba: Para arreglar al mundo primero hay que arreglar al hombre.
Andrea Calvete