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TARDE GRIS PERLA


Llueven indulgentes los recuerdos perfumados de ayer, los besos y las añoranzas de lo que fue se dibujan en cada gota, y sólo queda la vívida sensación que se desvanece como esas fotos que van perdiendo el color con el correr de los años. La lluvia ese remanso en el que corre y fluye la vida, espátula una tarde gris perla.

El apacible sonido de la lluvia golpea la ventana, aquieta los pensamientos., mientras el olor a tierra mojada perfuma la tarde y reverdece el paisaje. Los jazmines seducen con su perfume, acarician con encanto la llegada de diciembre.

La lluvia como un manso manantial bendice con su riego sagrado. El cielo oscurecido se confunde con una noche en que las preguntas se agigantan. El agua en su goce aviva los colores, los vuelve tornasolados, mientras los perfumes se intensifican. Se suavizan las texturas con su fluir constante. La naturaleza sabe a hierba que reverdece agradecida. Ante la magnificencia del espectáculo quedan absortos mis sentidos.

Fluye el agua, cae como un telón que se abre lentamente. Se instalan los pensamientos al sur de mi corazón, lejanos, olvidados. Me parece estar viendo una película, pero allí estoy envuelta por la lluvia que oficia de confesora y amiga.

Llueven indulgentes los recuerdos perfumados de ayer, los besos y las añoranzas de lo que fue se dibujan en cada gota, y sólo queda la vívida sensación que se desvanece como esas fotos que van perdiendo el color con el correr de los años. La lluvia ese remanso en el que corre y fluye la vida, espátula una tarde gris perla.

Andrea Calvete

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