SE PEINA LA RUTINA
Los movimientos rutinarios se desperezan cada mañana, se ejecutan con ritmo propio y se articulan entre lo aprendido mientras se peinan automáticamente. Cuando no se realizan parece faltar algo, como si un objeto hubiera sido removido de su estantería.
En su trasiego la mente intenta acallar todo sentimientos en busca de dejar pronta esa rutina que forma parte del día a día, donde cada cosa está en su lugar, hasta que un pequeño cambio parece tambalear esa superficie sobre la que rueda lo habitual. Los habilidosos logran sortear esos cambios con cintura como el mejor jugador evade a su contrincante.
La rutina suele ser gris, monótona, sin embargo, se puede colorear según la creatividad e imaginación de cada compositor. Quien logra trascenderla de alguna manera, puede vibrar en una sintonía diferente, en la que es posible soñar, viajar, escuchar diferentes sonidos y aromas, descubrir nuevas imágenes y sorprenderse por algo que hasta ahora había pasado desapercibido ante nuestros sentidos.
Aunque hay personas que son muy rutinarias, y nos les gusta apartarse de lo que hacen a rajatabla, para otras el cambiar de aire o perspectiva les oxigena sus días. Sin embargo, más allá de la manera de ser que tengamos, es indudable que hacer algo distinto, nos conduce por el camino de la creatividad y la sorpresa. Los niños son muy abiertos a dejarse sorprender, a experimentar, a reír y a jugar, pero en la medida que crecemos esas posibilidades se van acotando: ¿por qué?
Los porqués podrían ser múltiples, y diferirían según cada persona: Pero me animaría a decir que están relacionados con las decepciones, con los contratiempos, con los desencuentros, con las cicatrices que nos han quedado, y también con las frustraciones, es decir con todo lo que de alguna manera ha sido una piedra en el camino. Sin embargo, un obstáculo no puede ser quien nos detenga el camino o nos haga seguir por aquel que no estemos dispuestos a transitar, si equivocamos el rumbo siempre es posible retomar la senda que deseemos.
De regreso a la rutina, es parte de lo que hacemos día a día, de nuestras horas de existencia, que sea más o menos disfrutable es algo que muchas veces depende de nosotros, de qué hacemos con ella y de las motivaciones que nos ponemos por delante. Los movimientos rutinarios se desperezan cada mañana, se ejecutan con ritmo propio y se articulan entre lo aprendido mientras se peinan automáticamente.
Andrea Calvete