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UN SER EXCEPCIONAL


En una suerte de carrera, en la que quedamos atrás sin poder hacer nada más que aceptar su partida, se nos adelantan en el tiempo. Un mutismo sin palabras, sonidos confusos, aromas incomprensibles se mezclan en ese poco sentido con el que se colorea todo. El adelantarse en el tiempo no es cuestión de cronómetro, no tiene relación directa con los años vividos, es una carta de la vida que llega cuando es el momento justo de la partida.

Hoy quiero dedicar esta vivencia a un ser excepcional que se nos adelantó en el tiempo. La excepcionalidad estuvo de la mano de su mirada atenta, solidaria y sincera. De su humildad perfumada por la gran sabiduría que lo acompañó. Fue así que brilló en cada cosa que hizo, no por sobresalir, no por destacar, sino porque en cada acto de su vida estuvo el compromiso y la buena fe, el gesto fraterno y la palabra justa.

Su vocación de servicio se vio reflejada en la Medicina, a la que entregó largos años de su vida. Como un gran Humanista supo leer y comprender a tantos sabios que iluminaron su camino, mientras transmitió la llama del conocimiento con total generosidad y entusiasmo. Asimismo, tuvo una gran coherencia entre pensamiento, palabra y acción, cosa casi impensable en estos días.

Fue como un maestro Zen, sin que nos diéramos cuenta nos regaló muchísimas herramientas para encontrar el camino, o al menos para enderezarlo. Es así que fue luz para todos los que lo conocimos , también esperanza, consuelo y esa mano amiga y sincera, ese abrazo que aprieta el corazón.

Se nos adelantó en el tiempo, pero seguirá en nuestros corazones iluminándonos y guiándonos con sus enseñanzas y su generosa sabiduría. Brilla en nosotros su fraternal compromiso y eterno entusiasmo.

Andrea Calvete

 

 

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