ALGUNOS NO A TENER EN CUENTA
“No digas todo lo que sabes, no hagas todo lo que puedes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes. Porque el que dice todo lo que sabe, el que hace todo lo que puede, el que cree todo lo que oye, el que gasta todo lo que tiene. Muchas veces: dice lo que no conviene, hace lo que no debe, juzga lo que no ve, gasta lo que no puede”.
Los proverbios llenos de sabiduría y enseñanza se trasladan de generación en generación, nos llaman la atención cuando resuenan en nuestras cabezas, y allí nos detenemos a pensar su verdadero significado. Algunas veces pasamos ante ellos sin advertir su esencia, lo que en el fondo han querido transmitir.
Hoy voy a hacer referencia a un antiguo proverbio árabe que nos conduce a reflexionar sobre no decir, hacer, creer o gastar todo lo que sabemos, podemos, oímos o tenemos. De alguna manera nos conduce a ser precavidos, a preguntarnos dónde estamos parados, quiénes son las personas que nos rodean, quienes nos escuchan, que desean de nosotros, y a su vez a cuestionarnos si todo lo vemos y oímos es tal cual o no.
Desde los inicios de los tiempos siempre hubo gente en busca de conseguir su lugar, sin importar a su alrededor, gente desleal, injusta, ventajera, pero las hubo bien intencionadas, solidarias, atentas y fraternas, y por qué no de las que no se interesan por nada ni nadie, indiferentes y esquivas, por eso es importante saber en dónde nos movemos, conocer a nuestros semejantes, no prejuzgar e intentar a abrirnos sin preconceptos o ideas que nos influyan a la hora de relacionarnos. Atentos al mundo que nos rodea, también conscientes de nuestras virtudes y defectos, entonces podemos llevar a cabo nuestro accionar.
Respecto al decir algunas veces hablamos más de la cuenta, decimos lo que no debemos, explicamos lo que no teníamos que explicar, las palabras son como las balas una vez que se disparan no se borran, no tienen marcha atrás.
Las cosas que hacemos aquí la gran mayoría son proyectos que nos ponemos por delante, otras tareas que debemos cumplir, pero sin embargo algunas veces no medimos las consecuencias de lo que vamos a llevar a cabo, simplemente porque fue una acción impulsiva, poco meditada o pensada.
En referencia a lo que creemos, nuestras creencias son quizás las que tengamos más claras, pero en referencia a lo que creen los demás, aquí entramos en un terreno movedizo, no conocemos al otro como para estar seguro de lo que cree o piensa, y aún de conocerlo es una persona diferente a nosotros por lo que debemos ser cautelosos.
Con respecto a gastar todo lo que tenemos aquí el proverbio puede estar referido a lo ponemos sobre la mesa cuando apostamos a un proyecto, a una iniciativa, y si bien es importante comprometerse y brindarse en totalidad con esfuerzo y compromiso, también ser precavidos a la hora de poner en juego un proyecto, tratar de ver las posibilidades, y comprender de alguna manera en que terreno nos movemos y dónde estamos parados.
De este modo, este proverbio nos recuerda : “No digas todo lo que sabes, no hagas todo lo que puedes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes. Porque el que dice todo lo que sabe, el que hace todo lo que puede, el que cree todo lo que oye, el que gasta todo lo que tiene. Muchas veces: dice lo que no conviene, hace lo que no debe, juzga lo que no ve, gasta lo que no puede”.
Este viejo proverbio entonces nos lleva a mirar a nuestro alrededor, a cuidar nuestras palabras, a ser cautelosos, mesurados, cuando hablamos y actuamos, y también muy cuidadosos cuando juzgamos a alguien, porque no estamos en sus zapatos. También nos lleva a tomar consciencia de nuestros gastos, de nuestros compromisos, de si seremos capaces de asumirlos.
Los proverbios llenos de sabiduría y enseñanza se trasladan de generación en generación, nos llaman la atención cuando resuenan en nuestras cabezas, y allí nos detenemos a pensar su verdadero significado. Algunas veces pasamos ante ellos sin advertir su esencia, lo que en el fondo han querido transmitir.
Hoy voy a hacer referencia a un antiguo proverbio árabe que nos conduce a reflexionar sobre no decir, hacer, creer o gastar todo lo que sabemos, podemos, oímos o tenemos. De alguna manera nos conduce a ser precavidos, a preguntarnos dónde estamos parados, quiénes son las personas que nos rodean, quienes nos escuchan, que desean de nosotros, y a su vez a cuestionarnos si todo lo vemos y oímos es tal cual o no.
Desde los inicios de los tiempos siempre hubo gente en busca de conseguir su lugar, sin importar a su alrededor, gente desleal, injusta, ventajera, pero las hubo bien intencionadas, solidarias, atentas y fraternas, y por qué no de las que no se interesan por nada ni nadie, indiferentes y esquivas, por eso es importante saber en dónde nos movemos, conocer a nuestros semejantes, no prejuzgar e intentar a abrirnos sin preconceptos o ideas que nos influyan a la hora de relacionarnos. Atentos al mundo que nos rodea, también conscientes de nuestras virtudes y defectos, entonces podemos llevar a cabo nuestro accionar.
Respecto al decir algunas veces hablamos más de la cuenta, decimos lo que no debemos, explicamos lo que no teníamos que explicar, las palabras son como las balas una vez que se disparan no se borran, no tienen marcha atrás.
Las cosas que hacemos aquí la gran mayoría son proyectos que nos ponemos por delante, otras tareas que debemos cumplir, pero sin embargo algunas veces no medimos las consecuencias de lo que vamos a llevar a cabo, simplemente porque fue una acción impulsiva, poco meditada o pensada.
En referencia a lo que creemos, nuestras creencias son quizás las que tengamos más claras, pero en referencia a lo que creen los demás, aquí entramos en un terreno movedizo, no conocemos al otro como para estar seguro de lo que cree o piensa, y aún de conocerlo es una persona diferente a nosotros por lo que debemos ser cautelosos.
Con respecto a gastar todo lo que tenemos aquí el proverbio puede estar referido a lo ponemos sobre la mesa cuando apostamos a un proyecto, a una iniciativa, y si bien es importante comprometerse y brindarse en totalidad con esfuerzo y compromiso, también ser precavidos a la hora de poner en juego un proyecto, tratar de ver las posibilidades, y comprender de alguna manera en que terreno nos movemos y dónde estamos parados.
De este modo, este proverbio nos recuerda : “No digas todo lo que sabes, no hagas todo lo que puedes, no creas todo lo que oyes, no gastes todo lo que tienes. Porque el que dice todo lo que sabe, el que hace todo lo que puede, el que cree todo lo que oye, el que gasta todo lo que tiene. Muchas veces: dice lo que no conviene, hace lo que no debe, juzga lo que no ve, gasta lo que no puede”.
Este viejo proverbio entonces nos lleva a mirar a nuestro alrededor, a cuidar nuestras palabras, a ser cautelosos, mesurados, cuando hablamos y actuamos, y también muy cuidadosos cuando juzgamos a alguien, porque no estamos en sus zapatos. También nos lleva a tomar consciencia de nuestros gastos, de nuestros compromisos, de si seremos capaces de asumirlos.
Andrea Calvete