LA QUIETUD CAMINA DESCALZA
Mientras el silencio habla, la quietud camina descalza sin prisa. Comienzan así un diálogo que trascenderá planos e ideas en busca de desaprender lo aprendido, de desapegarse de lo que ata y lastima, para dejar surgir lo inesperado.
Dejarse sorprender es un hábito que algunas veces solemos olvidar, mientras la rutina nos asfixia y oxida con sus prácticas automáticas y eficientes. La sorpresa puede asomarse en lo más simple o cotidiano, en el silencio más profundo y preciso, donde podemos aquietar la mente.
Saborear los gustos aún no alcanzados, descubrir nuevos colores y tonalidades, apreciar aromas distintos, acariciar nuevas texturas, es parte de descubrir lo que hasta ahora no habíamos sido capaces de disfrutar, es como si nos zambulléramos en un océano de posibilidades dispuestos a bucear en calma.
En este diálogo armonioso quizás nos fusionemos en un amanecer o en una noche llena de estrellas, o tal vez nos envanezcamos en una risa o en un suspiro, trascendiendo así ese universo tangible e imaginable de modo de elevarnos como espíritus libres en el espiral de nuestra existencia.
Dejarse sorprender es un hábito que algunas veces solemos olvidar, mientras la rutina nos asfixia y oxida con sus prácticas automáticas y eficientes. La sorpresa puede asomarse en lo más simple o cotidiano, en el silencio más profundo y preciso, donde podemos aquietar la mente.
Saborear los gustos aún no alcanzados, descubrir nuevos colores y tonalidades, apreciar aromas distintos, acariciar nuevas texturas, es parte de descubrir lo que hasta ahora no habíamos sido capaces de disfrutar, es como si nos zambulléramos en un océano de posibilidades dispuestos a bucear en calma.
En este diálogo armonioso quizás nos fusionemos en un amanecer o en una noche llena de estrellas, o tal vez nos envanezcamos en una risa o en un suspiro, trascendiendo así ese universo tangible e imaginable de modo de elevarnos como espíritus libres en el espiral de nuestra existencia.
Andrea Calvete