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REENCUENTROS

Los reencuentros tienen diferentes sabores, aromas, tonalidades pero el fondo significan el volver a ver a alguien que hacía tiempo no veíamos o quien no compartíamos una instancia, un momento, una vivencia.

Será grato si la persona con quien nos rencontramos, la dejamos de ver en buenos términos, de lo contrario quizás signifique un tropiezo o una sorpresa, porque era alguien que preferíamos no recordar.

Sin embargo, si esa persona o lugar ha tenido un importante significado en nuestra vida, quizás la primera reacción sea un brillo en la mirada, radiante como el sol. Posiblemente, la sonrisa ilumine nuestro rostro, y un destello de alegría se cuele por entre las rendijas, para sorprendernos e iluminarnos.

Un abrazo, o un beso quizás sea el nexo de unión entre esa persona que habíamos dejado de ver. En ese simple acto de brindar nuestra energía, en la que se manifiesta lo que sentimos, esa sensación de alegría por reencontrarnos, por estar juntos nuevamente.

Quizás les venga a la mente alguien que hace tiempo no ven, y que realmente ha dejado una huella, una marca importante en su vida, y que por alguna circunstancia se han distanciado. Por lo tanto, este el momento de llamarlo, de buscar el reencuentro.

Cuando uno crece entiende que “veinte años no es nada”, que “ es soplo la vida”, y entonces es inminente no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.

Algunas veces nos obnubilamos y dejamos de ver que lo importante es aquí y ahora, en este presente que vuela y se desvanece, porque lo que pasó es parte de lo que somos no es posible revivirlo, y el futuro parte nuestros anhelos y deseos es bastante incierto, por lo tanto enfocarnos en el presente es primordial para poder aprovechar un día soleado, o un día de lluvia, o un paseo por el parque, por la rambla, por el centro, o por dónde les guste, pero disfrutarlo realmente.

Un posible reencuentro que nunca deberíamos descartar es con uno mismo. ¿Cuántas veces al detenernos y mirarnos al espejo nos desconocemos? ¿Les ha pasado alguna vez? Mirar una imagen que dista con lo que esperábamos o deseábamos, porque nos dejamos vencer por los tropiezos, las caídas, y quizás no nos sentimos con demasiadas fuerzas cómo para retomar la lucha.

Difícilmente podamos rencontrarnos con los demás si no lo hacemos con nosotros mismos. El rencontrarse con ese yo profundo requiere fortaleza, valentía de estar dispuestos a mirar y descubrir lo que no nos gusta, asumirlo e intentar de alguna forma revertirlo. Generalmente, corremos andamos de prisa, y no nos detenemos a mirar dónde nos aprieta el zapato, por miedo, por temor o por simple comodidad de seguir sin molestias. Pero lo que nos molesta no desaparece, en algún momento se hace presente y nos tira de las orejas.

Siento que los reencuentros no son meras coincidencias, existen razones, causas que nos han llevado de alguna manera a que se produzcan, quizás no seamos conscientes de ellas pero existen, y es muy importante descubrirlas y analizarlas. Aunque no faltará quien diga que el azar ha jugado a su favor, sin embargo estará quien piense que los lazos del destino han querido que se reencuentren.

Rencontrarse es volver a coincidir en un punto, en un pequeño instante, en un momento, en el que podemos volver a compartir, dialogar, y expresar todo lo que hacía mucho había quedado por algún motivo detenido, u olvidado.

Los encuentros suelen ser emotivos, porque despiertan nuestras más profundas sensaciones, los recuerdos pronto se conjugan con lo que sentimos al volver a tomar contacto, en una mezcla perfecta en que las emociones dicen presente.

Algunos recuentros requieren de valentía, fortaleza y paciencia, porque quien tiene que rencontrarse con el sufrimiento o el dolor y ya lo experimentado se le hará mucho más difícil asumirlo, ya es una experiencia aprendida, que nos ha marcado en forma negativa. Sin embargo, hay quien de los malos momentos aprende mucho, y aunque parezca una paradoja sale muy fortalecido. Es así que la sabiduría se adquiera luego de varios tropiezos y caídas, después de levantarse y volver a caer en reiteradas oportunidades.

Para los que crean en la existencia de otros planos, podrán rencontrarse con los seres queridos que han partido, desde luego no en la forma tradicional en ese verse cara a cara, sino a través de un espacio único y diferente para cada ser que lo pueda experimentar.

En el fondo la esencia de los reencuentros es que la distancia separa los cuerpos pero no los corazones. Lo que se cobija en el alma queda allí guardado con mucho cuidado, en ese atanor del ser, al resguardo del olvido, de lo que pueda dañarlo o resquebrajarlo.

Pueden ser mágicos e inmensos, delicados o etéreos, fugaces o eternos, simples o complejos, tiernos o funestos, serios o no tanto, pero todos ellos partes imborrables de lo que somos, fuimos y seremos.

Andrea Calvete

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