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LA GRATITUD FAVORECE EL PALPITAR

El palpitar suele cambiar según nuestro estado de ánimo, lo cierto que si bien es constante tiene ritmos diferentes y marcados, que hablan de lo que nos pasa en forma permanente.

Y no es broma que la angustia y el dolor a las que nos enfrentamos luego de grandes pérdidas repercuten en nosotros. Algunas personas se apagan, y su corazón deja de funcionar lentamente y mueren de tristeza.

No todos los seres humanos somos iguales, algunos ante las adversidades se paran con fortaleza y deciden hacer frente a como de lugar, otros sin embargo, se debilitan y empalidecen porque se sienten vencidos, agobiados, cansados.

Quien más o quien menos hemos pasado por situaciones en las que hemos salido fortalecidos y otras en las que nuestros cuerpos quedan tan débiles que la primera bacteria o virus que anda por el aire nos ataca con fuerza.

Pero no sólo palpitan nuestros corazones, también lo hace la naturaleza en el sonido del viento, de la lluvia, en el crecimiento de las plantas, en el nacimiento de cada pequeño ser vivo que habita nuestro Planeta.

La vida es palpitar constante, es ritmo continuo, devenir permanente, todo fluye. Quizás el grave error es pensar que algo va a permanecer estático, así para siempre. Desde que nacemos o mejor dicho desde que somos gestados nuestro organismo comienza una serie maravillosa de transformaciones.

De eso se trata la vida de continuos cambios, posiblemente no todos sean de nuestro agrado, pero si damos la mano a los que nos ayudan a superarnos a dar un paso adelante, posiblemente surja la palabra gracias, porque la gratitud es algo que favorece el palpitar, y nos ayuda a vivir en plenitud.

Andrea Calvete

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