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MOTOR A MEDIA MARCHA

Al comenzar un día se prenden los motores, se calienta y se pone en funcionamiento la máquina, pero el cuerpo algunos días pesa toneladas y no quiere arrancar.

¿Por qué le cuesta tanto arrancar?, ¿Acaso el paso de los años pesa?, ¿los problemas o preocupaciones se cuelgan?, ¿o no hemos calentado lo suficiente? Interrogantes válidas a la hora de dar comienzo a una jornada.

Aunque, si empezamos con pocas ganas o de mal humor, a mal puerto vamos por agua, allí difícilmente salgan bien las cosas, me animaría a decir que una cadena ininterrumpida de dificultades se nos avecina.

También es cierto que el tiempo incide en nuestro estado anímico, los días de mucha humedad, tormentosos, o el que el viento proviene del norte, o los días muy grises y oscuros, las situaciones se tornan complejas, y no son cábalas es que nuestro cuerpo requiere sentirse confortable para poder enfrentar decorosamente el día.

Nuestras emociones son las grandes responsables de lo que luego pasa en nuestro cuerpo, la ciencia ha probado que ellas repercuten en el funcionamiento de nuestro organismo, el que termina somatizando todo eso que nos disgusta o preocupa.

A todo esto debemos sumar la postura en la que trabajamos lo que nos trae aparejado dolores de cabeza o de espalda. Generalmente hacemos un uso excesivo de la computadora en mala posición, a eso debemos agregar contracturas por mal dormir, o poco dormir.

Y justamente, cuando dormimos mal, al otro día nuestro cuerpo se siente agotado sin energías para empezar, por eso es aconsejable antes de acostarse, no utilizar computadoras, celulares, realizar sí actividades que nos distiendan

Pero, retomando el comienzo del día para entrar a funcionar correctamente, lo primero es tomar un buen desayuno, el tema del baño es otra posibilidad, aunque algunas personas suelen tomarlo antes de acostarse para descansar mejor. El desayuno, aunque no lo creamos es la principal comida y a la que muchas veces le damos poca importancia producto de nuestra cultura y costumbres.

Supongamos que ya hemos desayunado correctamente, pero igual continuamos con el motor a media marcha, nos pesan las ganas, y nos da mucha pereza arrancar, la almohada se nos ha quedado pegada en la cara conjuntamente con un sinfín de problemas que tenemos que resolver en el día.

Aquí, una pequeña y profunda inspiración puede ser una gran ayuda para relajarnos, acompañados de alguna música tranquila que nos permita poner en marcha esta máquina que no quiere arrancar, que parece que se ha quedado sin batería, por eso es importante llamar al auxilio, cada cual sabrá ¿cuál es el más apropiado?

Algunas veces, ese auxilio llega del lugar menos esperado, es esa palabra que viene de una persona querida, que dice las palabras justas y perfectas, en el momento indicado, y allí hacemos el click y nos cambia el día, el motor comienza a calentar despacito, y todo parece encaminarse.

Otras veces, la lectura de un artículo o un libro suele ser ese cable a tierra que nos permite retomar la marcha. También hay quienes una caminata es un primordial para oxigenarse y sentirse con las pilas cargadas… posibilidades no faltan, sólo es cuestión de encontrar aquella que nos permita salir de ese estancamiento y dar marcha a ese día que nos queda por delante.

Y les habrá pasado infinidad de veces, que al terminar el día decimos : “¡qué día interminable!”, y gran parte del problema pasa por no haber arrancado bien el día y en lugar de tomar las medidas del caso, continuamos a media máquina deseando que finalice esa jornada a la que solemos definir como “horrorosa”

Pero, cada día que desperdiciamos a media máquina son horas que le restamos a la vida, de disfrutarla, de vivirla plenamente, descubriendo sus cosas buenas, sin permitir que las cosas malas nos opaquen el día.

Desde luego, que hay momentos duros en los que por problemas de salud, familiares, laborales, caemos en grandes pozos, pero lo peor que podemos hacer es dejar ese motor a media marcha, por el contrario es cuando más necesitamos de nuestra vitalidad para enfrentar con entereza y valentía lo que nos ocurre.

Hay un viejo dicho que dice: “siempre que llovió paró”, y es cierto, los refranes son recogidos del saber popular, por eso es necesario tenerlos en cuenta en esos momentos que parece que el agua nos llega al cuello.

También debemos ser cuidadoso con el uso de nuestras palabras, que se van convirtiendo en pequeños decretos que quedan registrados en nuestro cerebro, y cuando le damos el mandato ya el pobre se ha convencido de que no puede con un montón de situaciones, que con nuestro sólo decir ha alcanzado para ponerlas en acción.

Ese cansancio, que puede venir por múltiples factores es el causante de ese no poder arrancar el día, pero en esa lista que es bastante extensa solemos agregar decretos e imposiciones negativas que lo único que hacen es quitarnos la poca energía vital que nos queda.

Para cargarnos de energía es importante leer, escuchar música, hacer ejercicio, motivar los sentidos de todas las formas posibles, porque estamos vivos, porque el día pasa volando al igual que la vida. Por lo tanto, no hay tiempo que perder, es necesario acompasar el vertiginoso correr de los minutos y no quedarnos detenidos en el pasado, porque no es allí el mejor lugar para resolver nada.

Motor a media marcha


Motores que arrancan

O semi dormidos

Todo pasa lento

O inadvertido

Ritmos que comienzan

A tomar caminos

Mientras los sentidos

Esperan el ritmo

De quien los maneja

Inquietos, tranquilos

Ambiguos sentidos

Mandan desde arriba

A tiempo que esperan

Ruidos de latidos

Completos y plenos

Himnos y sonidos

A tiempo que arrancan.


Andrea Calvete











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