¿CÓMO TRASCENDER NUESTRAS SOMBRAS?
Trascender nuestras dudas, miedos, sombras, misterios e interrogantes, es posible. Aunque a veces aparece un mecanismo que nos paraliza, nos mantiene estancados en situaciones que quisiéramos resolver al instante, pero sin embargo están allí nublando nuestros días, anestesiando nuestra existencia.
La sombra es un lugar donde no llega la luz y cada cuerpo proyecta la suya. Lo malo es cuando decidimos transitar por ella en forma indefinida, impidiendo que la luz toque nuestros poros, reticentes a cualquier rayo de energía.
Luces y sombras todos tenemos, es parte de nuestra esencia, sin embargo parecería que lo oscuro, lo poco iluminado tuviera un poder de existencia mayor, y nos dejara allí con una mano invisible atrapados en ese sitio que deseamos trascender, pero que no logramos despegar.
No todo tiene una resolución inmediata o precisa, la mayoría de las veces elegimos la mejor alternativa, la que nos parece más conveniente. En estos casos es necesario comprender y tomar consciencia que esta es la realidad que debemos asumir, quizás ella depare un gran aprendizaje de fondo que logramos percibir a primera instancia.
Generalmente cuando algo nos duele mucho, o lastima, lo primero que nos preguntamos ¿por qué a mí?, sin embargo no logramos ver que es a mí, a ti y a tantos otros que nos sucede algo similar, pero “sólo te preocupa lo que quieras ver, tu mundo se reduce a lo que vos jugás”, como dice Sebastián Teysera en su canción Burbujas, porque nos volvemos lamentablemente egoístas e indolentes.
Y en este proceso avanzamos en la medida que comprendemos que las emociones juegan un rol trascendental. Dice Jung que “la emoción es la principal fuente de los procesos conscientes. No puede haber transformación de la oscuridad en luz, ni de la apatía en movimiento sin emoción”.
Las emociones son estados afectivos que permiten aflorar motivaciones deseos y necesidades. Cada cual dada su forma de ser, el momento de la vida que esté viviendo, dará vida a diferentes emociones, lo peor que podemos hacer es reprimirlas. Quizás lo más sensato sea dejarlas fluir y trabajar en aquellas que transmiten o reflejan una energía negativa o destructiva en nuestra vida o en la de los demás.
Algunas veces nos vemos sumergidos en el aire viciado, asfixiados por nuestras preocupaciones, por nuestra negatividad, y entonces el ambiente se vuelve insoportable, se respira una mala energía que pronto se traslada a todo lo que hacemos, y desgraciadamente también es muy contagiosa para quienes nos rodean.
Del mismo modo, no sólo se contagia la mala energía, también se propaga y esparce la energía positiva, que ilumina nuestro rostro, nos dibuja una sonrisa, nos carga de dinamismo, de alegría para convertirnos en motores vigorosos, capaces de enfrentar los días con todo nuestro potencial humano.
En este trayecto, solemos perder, ganar, sufrir, reír, llorar… y así enfrentamos momentos diferentes en los que se disparan todas las emociones, sin embargo cuando se disparan la de la tristeza, la desazón, la pérdida, surge el duelo, que si bien es un proceso necesario debemos poder trascenderlo, no podemos quedar inmersos una vida en él.
Podemos ser luz, pero también sombra, podemos ser amor y alegría, pero también podemos ser parte de los sentimientos más crueles y destructivos, está en cada uno ver lo que quiere que surja de sí mismo.
Ese dejar surgir está muy relacionado con nuestra espiritualidad, con ese yo interno a veces tan perdido, escondido en un mundo netamente materialista, que trata en su yo más íntimo pisar todo valor humano tras dejar aparecer al billete que todo lo puede y lo compra.
Sin embargo les pregunto: ¿el dinero compra los sentimientos más íntegros?, ¿puede recuperar una sonrisa en el rostro?, ¿amainar el dolor de una pérdida?, ¿comprar la utópica y buscada felicidad?... Desde luego que el ser humano debe poder satisfacer sus necesidades básicas: alimentación, salud, vivienda y educación, sino ya pierde sentido todo diálogo.
Me quisiera detener en la felicidad utópica, porque si bien es necesario buscarla, anhelarla, suele tornarse irreal casi inexistente, porque pocos la alcanzan o la experimentan, pero les pregunto ¿qué es para ustedes la felicidad?, me animaría a decir que surgirán muchísimas definiciones a piacere personal. Y les vuelvo a preguntar ¿somos o estamos felices?, dos verbos que nos conducirán por caminos diferentes caminos o quizás el mismo dependiendo de la respuesta que decidamos dar.
Quizás el lograr trascender las dificultades, sortearlas, esté netamente relacionado con la actitud de vida que estemos dispuestos a tomar: si gozar de cada día como si fuese el último o desperdiciarlo como si la vida fuese eterna, sin comprender el daño que nos hacemos al pararnos en esta última actitud.
La sombra es un lugar donde no llega la luz y cada cuerpo proyecta la suya. Lo malo es cuando decidimos transitar por ella en forma indefinida, impidiendo que la luz toque nuestros poros, reticentes a cualquier rayo de energía.
Luces y sombras todos tenemos, es parte de nuestra esencia, sin embargo parecería que lo oscuro, lo poco iluminado tuviera un poder de existencia mayor, y nos dejara allí con una mano invisible atrapados en ese sitio que deseamos trascender, pero que no logramos despegar.
No todo tiene una resolución inmediata o precisa, la mayoría de las veces elegimos la mejor alternativa, la que nos parece más conveniente. En estos casos es necesario comprender y tomar consciencia que esta es la realidad que debemos asumir, quizás ella depare un gran aprendizaje de fondo que logramos percibir a primera instancia.
Generalmente cuando algo nos duele mucho, o lastima, lo primero que nos preguntamos ¿por qué a mí?, sin embargo no logramos ver que es a mí, a ti y a tantos otros que nos sucede algo similar, pero “sólo te preocupa lo que quieras ver, tu mundo se reduce a lo que vos jugás”, como dice Sebastián Teysera en su canción Burbujas, porque nos volvemos lamentablemente egoístas e indolentes.
Y en este proceso avanzamos en la medida que comprendemos que las emociones juegan un rol trascendental. Dice Jung que “la emoción es la principal fuente de los procesos conscientes. No puede haber transformación de la oscuridad en luz, ni de la apatía en movimiento sin emoción”.
Las emociones son estados afectivos que permiten aflorar motivaciones deseos y necesidades. Cada cual dada su forma de ser, el momento de la vida que esté viviendo, dará vida a diferentes emociones, lo peor que podemos hacer es reprimirlas. Quizás lo más sensato sea dejarlas fluir y trabajar en aquellas que transmiten o reflejan una energía negativa o destructiva en nuestra vida o en la de los demás.
Algunas veces nos vemos sumergidos en el aire viciado, asfixiados por nuestras preocupaciones, por nuestra negatividad, y entonces el ambiente se vuelve insoportable, se respira una mala energía que pronto se traslada a todo lo que hacemos, y desgraciadamente también es muy contagiosa para quienes nos rodean.
Del mismo modo, no sólo se contagia la mala energía, también se propaga y esparce la energía positiva, que ilumina nuestro rostro, nos dibuja una sonrisa, nos carga de dinamismo, de alegría para convertirnos en motores vigorosos, capaces de enfrentar los días con todo nuestro potencial humano.
En este trayecto, solemos perder, ganar, sufrir, reír, llorar… y así enfrentamos momentos diferentes en los que se disparan todas las emociones, sin embargo cuando se disparan la de la tristeza, la desazón, la pérdida, surge el duelo, que si bien es un proceso necesario debemos poder trascenderlo, no podemos quedar inmersos una vida en él.
Podemos ser luz, pero también sombra, podemos ser amor y alegría, pero también podemos ser parte de los sentimientos más crueles y destructivos, está en cada uno ver lo que quiere que surja de sí mismo.
Ese dejar surgir está muy relacionado con nuestra espiritualidad, con ese yo interno a veces tan perdido, escondido en un mundo netamente materialista, que trata en su yo más íntimo pisar todo valor humano tras dejar aparecer al billete que todo lo puede y lo compra.
Sin embargo les pregunto: ¿el dinero compra los sentimientos más íntegros?, ¿puede recuperar una sonrisa en el rostro?, ¿amainar el dolor de una pérdida?, ¿comprar la utópica y buscada felicidad?... Desde luego que el ser humano debe poder satisfacer sus necesidades básicas: alimentación, salud, vivienda y educación, sino ya pierde sentido todo diálogo.
Me quisiera detener en la felicidad utópica, porque si bien es necesario buscarla, anhelarla, suele tornarse irreal casi inexistente, porque pocos la alcanzan o la experimentan, pero les pregunto ¿qué es para ustedes la felicidad?, me animaría a decir que surgirán muchísimas definiciones a piacere personal. Y les vuelvo a preguntar ¿somos o estamos felices?, dos verbos que nos conducirán por caminos diferentes caminos o quizás el mismo dependiendo de la respuesta que decidamos dar.
Quizás el lograr trascender las dificultades, sortearlas, esté netamente relacionado con la actitud de vida que estemos dispuestos a tomar: si gozar de cada día como si fuese el último o desperdiciarlo como si la vida fuese eterna, sin comprender el daño que nos hacemos al pararnos en esta última actitud.
En definitiva, los seres humanos debemos saber conectar nuestras emociones, interactuar con uno mismo y con el mundo en forma receptiva y adecuada, es decir desarrollar de la mejor manera nuestra inteligencia emocional. Y para ello debemos estar dispuestos a : dar y a recibir, saber expresar nuestros sentimientos, ser personas positivas, mantener una correcta autoestima, saber desarrollar relaciones de alteridad, ser capaces de superar las dificultades, buscar motivación y creatividad, para poder enfrentar todas las situaciones de la mejor manera.