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SÍNDROME DE INMUNIDAD ADQUIRIDA

La inmunidad es un término médico que implica la posesión de suficientes defensas biológicas para evitar la infección o cualquier tipo de enfermedad. De igual modo los seres humanos se inmunizan frente a todo los que les genera dolor, causa malestar, o significa una molestia en su camino.

Es así que si nos detenemos a observar unos breves minutos a nuestro alrededor percibiremos cientos de personas caminando aturdidas en sus pequeñas burbujas, resguardándose en ellas de cualquier inconveniente posible, en donde la anestesia que produce su propio cuerpo los deja en un estado en el que nada les inmuta.

Y como anillo al dedo, la canción “Burbujas” de La Vela Puerca dice: “Sólo te preocupa lo que quieras ver, tu mundo se reduce a lo que vos jugás, y no ves que a este mundo jodido ya le sale pus, y vos estás fregado fuera y dentro de él, ¿o acaso ya no ves sobre qué están tus pies?”

Esta balada es una crítica a la sociedad actual, materialista, individualista, donde lamentablemente no estamos exentos ninguno de esta realidad, simplemente es cuestión de ver hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta artificialidad cruel, miserable y egoísta.

El hombre corre tras de su felicidad, sin importar lo que le rodea. Pero “la culpa no la tiene el chancho sino quien le rasca el lomo”, pues vivimos en una sociedad que premia el individualismo, la competitividad, el egoísmo, son parámetros sinónimo de éxito, fama, pero la “fama es puro cuento”, me gustaría escuchar cuando los “exitosos” hablan consigo mismos en voz alta, probablemente un sabor amargo se apodere de ellos.

También cabría cuestionarnos ¿por dónde pasa el éxito o el trascender? Simplemente trascienden aquellas personas que desde su proceder logran nuestro respeto y admiración. Y creo que todos podemos ser importantes para las personas que nos rodean, está en cada uno de nosotros alcanzarlo.

Si bien la propia sociedad del siglo XXI nos invita a caer en este síndrome casi sin darnos cuenta, es necesario no deslindar responsabilidades, porque cada uno tenemos en alguna medida responsabilidad por lo que hacemos, y aunque pensemos que nuestro aporte es como “encontrar una aguja en un pajar”, es necesario buscarla hasta encontrarla.

Asimismo, dentro de este síndrome están los que nada los salpica, son impermeables a cualquier tipo de líquido, pues con su traje de neoprén se resguardan impidiendo que nada llegue a su cuerpo. Pero cabe preguntarse si ¿es posible inmunizar el alma? No lo creo, pues en las noches posiblemente las pesadillas los acompañen, la tristeza o el dolor en el día les otorgue oscuridad y por más que intenten mostrar una sonrisa blanca y brillante, la mirada no sabe de posturas, y seguramente si observamos detenidamente a sus ojos veremos una profunda veta de amargura, que agria sus días.

También ampara a aquellos que dicen estar hartos de recordar, que sólo importa el tiempo presente, y si bien es cierto, no comparto el borrar todo lo que vivimos, todo aquello que repercutió en nuestras vidas, porque es parte de nuestra historia, de esas vivencias que se suman y son capaces de describirnos aquí y ahora.

Sin embargo, esa posición de negación, de poco sentido de autocrítica, enmascara temor, deseo de borrar todo lo que nos lastima o molesta. Es necesario mirar el pasado, aprender de él, en los aciertos y en los errores, para podernos entonces comprometer con el presente.

Y en este camino de mirar hacia atrás, hasta llegar a nuestros días, no debemos de olvidar que si permitimos teñir nuestros sentimientos, de resentimiento, rencor y odio, probablemente nuestro rostro por más que nos encerremos en esa burbuja transparente, denotará malestar, notas que nos llenan de mal humor y pésimo ánimo.

Sin embargo, el ánimo se puede cultivar de buena manera, al romper esa burbuja e involucrarnos desde el interés, con convicción de hacer lo que creemos justo y necesario. De este modo, podremos valorar lo que les sucede a otros semejantes que antes, por ese hermetismo en el que nos encontrábamos, no distinguíamos.

Y a propósito de esa inmunidad adquirida producto de no querer sufrir, deprimirnos o angustiarnos, está en nosotros llevar una vida positiva, saludable sin tener que vivir encapsulados en nuestras burbujas, que posiblemente sean llevadas por el viento cuando sople fuerte, sin un rumbo preestablecido.

El síndrome la inmunidad adquirida, permite a muchos individuos caminar sin que nada les afecte o repercuta, nada les importa más allá de su propia persona, centro del universo. Inmunes al sufrimiento, al dolor, al hambre, a las guerras, a la miseria, a la inequidad, a la falta de respeto, a la humillación, a los desastres ecológicos, a las necesidades de quienes los rodean, a respetar los derechos de los demás… pero a la larga, esa falta de compromiso con todo excepto su persona, repercutirá en su contra.

Seguramente, si intentamos dar lo mejor de nosotros mismos para compartir con quienes nos rodean, recibamos como contrapartida amor, afecto, solidaridad y respeto. El verbo “dar” trae aparejado recibir, quien da recibe entonces. Y a lo largo de la vida habrán podido comprobar que lo que va, vuelve.

Para salir de esa burbuja, hay que estar convencidos que desde ese lugar “cómodo”, lo único que podremos es aplacar algún problema, pero de ningún modo lograremos superarlo, para eso será imprescindible romperla para que la vida nos sorprenda y nos inunde cada día.

Finalmente, la Inmunidad adquirida se combate a través de una palabra cada vez menos frecuente, que es el amor. Cuando este vocablo nos acompaña, los días suelen cambiar, solemos ser más fraternos, humildes y solidarios. Quizás se hora de apostar a un cambio desde lo individual, porque si bien el agua de los océanos es de 1.332 millones de kilómetros cúbicos, cada gota es importante para exista como tal.

Andrea Calvete

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