BALANCE DE FIN DE AÑO
Al terminar el año la mayoría de las personas suele hacer un balance del año vivido, se enfrentan a un gran espejo donde ven reflejada su figura en el correr de esos doce meses. Los especialistas en salud mental aconsejan no tratar de cerrar heridas abiertas, ya que no es el momento más adecuado, como tampoco plantearse metas inalcanzables.
Es así que los cuestionamientos, problemas por resolver y situaciones complejas, surgen de improvisto y se posicionan en rojo, generando enojo, frustración y enfado. Por lo general, estas sensaciones corresponden al fin de un ciclo, y estas manifestaciones son parte de la respuesta que da nuestro organismo a este período.
Por tal motivo, son frecuentes frases como: “estoy agotado”, “no doy más, necesito urgente un descanso”. Este cansancio y decaimiento es el resultado de lo vivido por la mente y el cuerpo, a lo largo de estos doce meses que culminan.
Más allá del resultado de este balance, es importante no olvidar que hay mucha gente que sufre: hambre, miseria, dolor, enfermedad e injusticia. Por eso miremos a nuestro alrededor y colaboremos con ellos.
Asimismo, no dejemos de dar valor a lo que realmente lo tiene, cosa que se complica cuando pretendemos analizar lo sucedido en nuestras vidas, porque la objetividad y la crítica parecen ponerse en contra cuando se trata de mirarnos hacia adentro.
Pero cuando nos preguntamos ¿cuánto hemos hecho y cuánto queda por hacer?, vemos que los balances no son obra solamente de contadores y economistas, sino del común de la gente que a determinada altura se cuestiona y analiza.
Quizás el momento más frecuente para los balances sea fin de año, pues acompaña el fin de un ciclo. Aunque se sucedan independientemente en cualquier etapa del año, dependiendo de nuestras necesidades personales.
Quienes son pesimistas verán el vaso medio vacío, pero al optimista aún le quedará medio vaso por tomar. He aquí un punto neurálgico en cualquier balance, la visión o perspectiva futura serán fundamentales a la hora de analizar los resultados.
La idea de cambiar determinados parámetros para enfrentar nuevos desafíos, demandará objetivos concisos y claros, producto de ese análisis que hemos realizado, muchas veces difícil de asumir y enfrentar.
Con respecto a las perspectivas, estas suelen ser distintas dependiendo de la altura de la vida en que nos encontremos, la experiencia marcará muchos cambios determinantes a la hora de apreciar y encarar la vida. Los años vividos, la situación que estemos enfrentando y el estado anímico influirán de manera ineludible a la hora de realizar este balance.
Probablemente lo que nos preocupaba a los veinticinco luego de pasados unos cuantos años, siga siendo de nuestro interés, pero desde otra perspectiva. No en vano pasan los años y de ellos algo aprendemos.
Es así que nuestra perspectiva cambia y nos vamos despojando de todo el cargamento pesado para alivianar el camino, dejando en el equipaje lo que realmente necesitamos, de este modo será más sencillo caminar y lograr ese equilibrio que todo ser humano busca para sentirse bien consigo mismo.
Pero cuando realicemos este balance, será muy importante ver dónde nos hallamos parados, porque quien viva añorando el pasado o soñando con el futuro, no podrá vivir el presente, el ahora, que es el tiempo vital de cada día. Asimismo, los resultados en sí no son tan importantes como lo que hayamos dado de nosotros mismos, y en esta cuenta casi inconsciente veremos que independientemente de los resultados cuando la entrega es realizada al cien por ciento, entonces las culpas y los reproches no tendrán lugar en el balanza, sólo se hará presente el sentir del deber cumplido, que no es poca cosa.
Y en estos momentos será un gran desafío “rejuvenecer como el águila”. El mito del águila me recuerda al ave fénix que resurgió de las cenizas. El águila es un ave que llega vivir 25 años, y en esta etapa sus plumas comienzan a caerse, su pico se gasta y ya casi no se alimenta. Sin embargo, algunas con un inmenso esfuerzo vuelan bien alto, y allí, a solas, se arrancan las plumas que les quedan y el pico. Tras un tiempo vuelven rejuvenecidas con un nuevo plumaje y su pico renovado.
Y los seres humanos a la hora de hacer los balances también somos como las águilas, algunos tocamos fondo y nos dejamos vencer, mientras que otros renovamos nuestras energías, nuestras esperanzas, para renacer, dejando morir todo aquello que nos perjudicó, nos empobreció, o quizás no sirvió para tomar el primer paso hacia el despertar.
El rejuvenecer del águila, implica tener coraje, agallas, estar abiertos a los cambios, a no dejarnos derrotar, a ver que aún es posible soñar, anhelar, buscar nuevos caminos y mirar con nuevos ojos.
El nuevo año debe alentar la esperanza, porque la vida continúa y queda mucho por hacer, por dar y por vivir. La vida es continuo devenir, el pasado ya fue, el futuro es incierto, por eso vive con intensidad el momento presente, sin afligirte ni contracturarte, por que “cada día es un comienzo nuevo” como dice Mario Benedetti , y continúa: "no te rindas, aún estás a tiempo, de alcanzar y comenzar de nuevo", pues "aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento".
No te Rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
Por tal motivo, son frecuentes frases como: “estoy agotado”, “no doy más, necesito urgente un descanso”. Este cansancio y decaimiento es el resultado de lo vivido por la mente y el cuerpo, a lo largo de estos doce meses que culminan.
Más allá del resultado de este balance, es importante no olvidar que hay mucha gente que sufre: hambre, miseria, dolor, enfermedad e injusticia. Por eso miremos a nuestro alrededor y colaboremos con ellos.
Asimismo, no dejemos de dar valor a lo que realmente lo tiene, cosa que se complica cuando pretendemos analizar lo sucedido en nuestras vidas, porque la objetividad y la crítica parecen ponerse en contra cuando se trata de mirarnos hacia adentro.
Pero cuando nos preguntamos ¿cuánto hemos hecho y cuánto queda por hacer?, vemos que los balances no son obra solamente de contadores y economistas, sino del común de la gente que a determinada altura se cuestiona y analiza.
Quizás el momento más frecuente para los balances sea fin de año, pues acompaña el fin de un ciclo. Aunque se sucedan independientemente en cualquier etapa del año, dependiendo de nuestras necesidades personales.
Quienes son pesimistas verán el vaso medio vacío, pero al optimista aún le quedará medio vaso por tomar. He aquí un punto neurálgico en cualquier balance, la visión o perspectiva futura serán fundamentales a la hora de analizar los resultados.
La idea de cambiar determinados parámetros para enfrentar nuevos desafíos, demandará objetivos concisos y claros, producto de ese análisis que hemos realizado, muchas veces difícil de asumir y enfrentar.
Con respecto a las perspectivas, estas suelen ser distintas dependiendo de la altura de la vida en que nos encontremos, la experiencia marcará muchos cambios determinantes a la hora de apreciar y encarar la vida. Los años vividos, la situación que estemos enfrentando y el estado anímico influirán de manera ineludible a la hora de realizar este balance.
Probablemente lo que nos preocupaba a los veinticinco luego de pasados unos cuantos años, siga siendo de nuestro interés, pero desde otra perspectiva. No en vano pasan los años y de ellos algo aprendemos.
Es así que nuestra perspectiva cambia y nos vamos despojando de todo el cargamento pesado para alivianar el camino, dejando en el equipaje lo que realmente necesitamos, de este modo será más sencillo caminar y lograr ese equilibrio que todo ser humano busca para sentirse bien consigo mismo.
Pero cuando realicemos este balance, será muy importante ver dónde nos hallamos parados, porque quien viva añorando el pasado o soñando con el futuro, no podrá vivir el presente, el ahora, que es el tiempo vital de cada día. Asimismo, los resultados en sí no son tan importantes como lo que hayamos dado de nosotros mismos, y en esta cuenta casi inconsciente veremos que independientemente de los resultados cuando la entrega es realizada al cien por ciento, entonces las culpas y los reproches no tendrán lugar en el balanza, sólo se hará presente el sentir del deber cumplido, que no es poca cosa.
Y en estos momentos será un gran desafío “rejuvenecer como el águila”. El mito del águila me recuerda al ave fénix que resurgió de las cenizas. El águila es un ave que llega vivir 25 años, y en esta etapa sus plumas comienzan a caerse, su pico se gasta y ya casi no se alimenta. Sin embargo, algunas con un inmenso esfuerzo vuelan bien alto, y allí, a solas, se arrancan las plumas que les quedan y el pico. Tras un tiempo vuelven rejuvenecidas con un nuevo plumaje y su pico renovado.
Y los seres humanos a la hora de hacer los balances también somos como las águilas, algunos tocamos fondo y nos dejamos vencer, mientras que otros renovamos nuestras energías, nuestras esperanzas, para renacer, dejando morir todo aquello que nos perjudicó, nos empobreció, o quizás no sirvió para tomar el primer paso hacia el despertar.
El rejuvenecer del águila, implica tener coraje, agallas, estar abiertos a los cambios, a no dejarnos derrotar, a ver que aún es posible soñar, anhelar, buscar nuevos caminos y mirar con nuevos ojos.
El nuevo año debe alentar la esperanza, porque la vida continúa y queda mucho por hacer, por dar y por vivir. La vida es continuo devenir, el pasado ya fue, el futuro es incierto, por eso vive con intensidad el momento presente, sin afligirte ni contracturarte, por que “cada día es un comienzo nuevo” como dice Mario Benedetti , y continúa: "no te rindas, aún estás a tiempo, de alcanzar y comenzar de nuevo", pues "aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento".
No te Rindas
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.
Mario Benedetti