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HIPERMODERNIDAD: LA ERA DE LOS ANESTESIADOS

Por Andrea Calvete

 

En la era de la hipermodernidad, donde los “híper” anteceden al mundo de los vocablos: hipercapitalista, hiperpotencias, hiperterrorismo, hipervacaciones, hipermercados, hipertensiones, hiperconsumo, hiperindividualismo también nos enfrentamos a una sociedad hipermoderna, ¿somos capaces de sobrevivir a ella?

Lipovetsky, sostiene que “la sociedad hipermoderna está fundada en los siguientes principios: los derechos humanos; la democracia pluralista; la lógica del mercado y la lógica tecnocientífica”

El filósofo francés manifiesta que lo que nos tiene que preocupar,  es la “fragilización de los individuos. El individuo hipermoderno es libre, pero frágil y vulnerable, librado a su suerte” Una suerte donde el tiempo corre deprisa, y los minutos no alcanzan.

Entonces, la sociedad hipermoderna se ve amenazada por la fragilización y desestabilización emocional de los individuos, donde la sociedad no ofrece una estructura sólida en la cual cada individuo se sienta confortable, así depresiones, angustias, trastornos psicosomáticos, seres aislados, separados de sus familias, familias destruidas, individuos invadidos por la soledad, son algunos de los de muchos males que padecen las personas hoy en día.

En la hipermodernidad, el desempleo, la preocupación por la salud, las crisis económicas, inducen a una ansiedad  individual y colectiva que se ha introducido en el cuerpo social.

Asimismo, el desarrollo de la globalización y de la sociedad de mercado ha ocasionado nuevas formas de pobreza, marginación y precariedad del trabajo. Sin embargo, la sociedad hipermoderna no ha supuesto la aniquilación de los valores, afirma Lipovetsky.  Pero en contrapartida, se han perdido muchos valores y se ha cambiado la escala de valores, así nos enfrentamos distintas generaciones con valores e intereses tan diferentes, que dificultan el diálogo.

Y el “mercado –controlado por pocos– se ha apoderado de los otros ejes: el conocimiento ,la democracia y la ciencia, y las ha reducido a la única dimensión del beneficio”, según Lipovetsky.

Un mundo donde se corre tras una “calidad de vida”, donde se percibe un gran individualismo e interés personal. De este modo, las investigaciones son promovidas por intereses económicos y los intereses humanos parecen olvidarse tras el afán de ganar más y más, aunque sean menos los que puedan lograr estas metas.

Por otra parte, volviendo al tema de los valores, los prototipos de figuras idolatradas han cambiado, antes era digno de admiración y respeto alguien que exponía sus ideales, pensamientos, luchaba por lograr cambios sociales importantes, mientras que en esta era las figuras admirables son personas que poseen mucho dinero, una figura perfecta, modelada estéticamente por los mejores cirujanos, mas la inteligencia y el intelecto parecen haber sido olvidados  y entonces les pregunto ¿dónde han quedado los valores?

El exceso en todos los ámbitos: cirugías estéticas, clonación, pornografía, turismo, dopaje en deportes extremos, bulimia, anorexia, adicciones de todo tipo, son los males que nos aquejan. Un narcisismo y hedonismo exacerbados, el placer es más importante que cualquier distinción social, el no querer sentir dolor o sufrimiento es una de las máximas premisas en la era de los anestesiados.

Asimismo, un mundo cargado de paradojas, donde se nos ofrecen soluciones “rápidas, ligths, descartables ”, “ todo tiene una salida”. Sin embargo, si miramos detenidamente podemos apreciar hombres cargados de problemas, angustias, depresiones, donde se consumen toneladas de pastillas a diario para alivianar el dolor y el sufrimiento.

Múltiples aparatos abarrotados en el fogón, inútiles, sirven para ocupar lugar, porque a la hora de usarlos, el hecho de pensar en desarmarlos y lavarlos te desanima. Y pronto, te ves utilizando el exprimidor manual y la vieja cuchilla afilada, con tal de ahorrarte tanto trabajo. He aquí otra  de las paradojas de la hipermodernidad.

 Y así los hombres anestesiados catapultan todo posible sentimiento de dolor o sufrimiento, y el slogan vigente es “estoy harto del sufrimiento, quiero vivir lo mejor posible”. Ahora si bien es un razonamiento que tiene su sustento,  también es necesario analizar las consecuencias de este tipo de actitudes, que llevan a pensar en primera persona.

Entonces ¿cómo sobrevivir? En un mundo donde al mirar la televisión o conectarnos a Internet, vemos como el hambre azota, la miseria, las guerras, irregularidades de todo tipo son vistas de forma natural, pues son tantas las cosas hipermalas que suceden que ya nuestros ojos y sentidos se han quedado anestesiados, impávidos ante lo que acontece.

Y con respecto al tema de la información muchas veces manipulada, que también paradójicamente en lugar de mostrar lo que realmente sucede, se ve distorsionada a merced de intereses que verdaderamente distan años luz con lo que debería ser un correcto tratamiento de las noticias.

Es hora de cambiaren la era de los “híper”. Hiperabrirse a la solidaridad, al hipercambio, a la hiperayuda, a la hipereducación, a dejar de lado el hiperegoísmo para desplegar lo mejor de cada uno. No será tarea sencilla, mas si ha de ser todo a lo grande, pues eso significa la palabra híper, a lo grande ha de ser el esfuerzo que tengamos que proporcionar para mejorar este mundo ,que como dice Galeano, está “patas arriba”.

Por eso creo que está en cada uno de nosotros, responsabilizarnos y comprometernos con el planeta en el que vivimos, por los que estamos y por los que vendrán, es tarea de todos analizar críticamente lo que sucede, aunemos esfuerzos y comencemos a trabajar.

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