CARTAS AL CIELO
Si bien los consultorios de los psiquiatras y psicólogos están repletos de personas en busca de respuestas a sus problemas, el camino es largo y arduo, sin embargo, los individuos llegan esperanzados detrás de soluciones inmediatas.
Pero si les propusiera una alternativa diferente, poco común, como la de enviar cartas al cielo como destinatario, donde el remitente aún al no recibir su respuesta se sintiera aliviado al manifestar parte de lo que lo aqueja o amarga. Suena un tanto alocado, pero les pido que me sigan e intenten volar a mi lado.
Cartas, donde pudieran dejar aflorar todo lo que los inquieta, preocupa, en un trabajo de catarsis importante. El expresar lo que nos pasa es una forma de sentirnos más livianos, más cercanos a las respuestas que buscamos, así muchas personas canalizan lo que les ocurre escribiendo, otras pintando, algunas cocinando, otras cantando, meditando o realizando ejercicio, y la lista puede ser mucho más amplia.
Cartas que nos dejen volar como pájaros, donde el viento golpee nuestro rostro, y el aire limpio y puro nos inunde, sintiéndonos libres, conducidos por nuestros deseos más profundos e íntimos.
Y volar trae consigo aparejado el desenmascarar miedos, temores, vencer impedimentos o frustraciones, significa enfrentarnos a nosotros mismos y a los demás con el anhelo de sentirnos libres aunque sea a través de este vuelo.
No importa la forma, lo importante es poder canalizar lo que nos sucede. Sería fabuloso que esas cartas tuvieran una devolución, no con soluciones inmediatas, pero sí con cuestionamientos concisos, que nos permitieran profundizar acercándonos a lo que nos preocupa, de manera de dilucidar respuestas.
Las plegarias a algún lado llegan, no sabría decirles a dónde, cada uno según sus creencias y convicciones pensarán que llegan algún lugar en particular, sea a donde sea son vibraciones que salen de nosotros en la búsqueda de una posible ayuda, aunque muchas veces es difícil aceptar que ciertas situaciones no tienen una respuesta inmediata y única, pues esto es lo que la mayoría de las personas pretendemos, respuestas justas para solucionar nuestros problemas.
Quizás este modo de pretender respuestas sea producto de la sociedad en la que vivimos en la que todo tiene una pronta solución… pero en el fondo sabemos que eso son estrategias de marketing que nos quieren convencer de determinadas situaciones, y muchas veces terminamos haciendo lo que nunca se nos había pasado por la cabeza, y muy lejos y distantes de lo que pensamos, sentimos o esperamos.
En estas cartas, sería válido que cada uno nos animáramos a sacar todo lo que hay en nosotros, de a poco o de golpe, no importa, de modo de no reprimir todo aquello que ocultamos en lo más profundo de nuestro ser, aprisionándolo muy dentro, sin permitir que ni siquiera se asome.
Las cartas llegaran a su destino: al cielo. Un lindo lugar donde las nubes comparten su espesor y blancura, y desde aquí abajo parecen mullidas, dan la sensación de un lugar confortable, donde nuestro cuerpo puede flotar a “piacere”, pero quizás, según el gusto del consumidor, puedan arribar al mar, al campo… o al lugar donde sus mentes les permitan ser libres y volar, pues nunca podemos dejar de soñar, porque la esperanza es lo que nunca se debe perder, pese a que muchas veces parezca muy difícil.
En tal sentido, Khalil Gibran manifiesta que “en el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente”. Posiblemente a quien esté sumergido en un problema serio estas palabras le suenen muy poco convincentes, pero la vida es un proceso de continuo cambio y devenir, por lo cual en algún momento las situaciones se revierten.
Por su parte, el escritor belga Maurice Maeterlinck sostiene que “la desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada, y la esperanza sobre lo que ignoramos, que es todo”, y sus argumentos son válidos, porque nuestra experiencia en relación a todo lo que desconocemos es absurda.
Estas cartas, si son escritas con esperanza, es decir con ese valor que no debemos perder los seres humanos, ese estimulante vital que nos permite avanzar, entonces llegarán al destino deseado.
El hecho de que arriben a destino, dependerá del deseo, de la ilusión, de la energía, del tesón y del poder que cada uno ponga de sí para que las alas de su espíritu vuelen tan alto como sea posible.
Lamentablemente, mucha gente ha perdido la ilusión, el entusiasmo y el dinamismo por diferentes causas, pero independientemente de los motivos, lo que importa es que los han perdido. Por eso es importante pedir ayuda cuando llegamos a este punto, porque siempre va a haber alguna persona que nos pueda ser útil.
Y el tema de las cartas está vinculado a no perder las esperanzas, a canalizar lo que sentimos y reprimimos día a día, para sentirnos mejor con nosotros mismos y con quienes nos rodean. Y también tienen estrecha relación con los sueños y los anhelos.
Según Freud, los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Su teoría al analizar los sueños muestra que es posible revelar la actividad subconsciente de la mente. Pero más allá de descubrir nuestros deseos subconscientes, sería bueno canalizar lo que nos ocurre a través de estas cartas o de la instancia que ustedes prefieran.
Ya sé que habrá gente que argumentará: “ya me he quemado varias veces, ya no tengo ilusión, perdí tantas cosas, me defraudaron tantas veces…” y la lista se podría extender muchísimo, pero los tropezones, las caídas, las heridas, no nos deben paralizar, no nos pueden quitar el derecho de soñar, de tener esperanzas, sino por el contrario nos deben fortalecer, impermeabilizar y hacer crecer como personas.
Desearía que todas sus cartas llegaran a destino, y que sus ilusiones no se apaguen, porque la vida es un don, y merece ser vivida al máximo. Ojalá canalicen todo lo que les preocupa, anhelan o desean de algún modo, de esta forma los días serán mucho más placenteros, porque vivir es un arte, que lleva una vida aprenderlo, pero siempre se está a tiempo, lo importante es ser conscientes que el tiempo es un valor escaso y sumamente valioso, por eso no lo desperdiciemos y hagamos de él un momento único.