PRETENDO TANTAS COSAS
Pretendo no perder más un minuto de mi tiempo, no
afligirme por cosas que no merecen la pena, sentir que el aire y el sol golpean
con fuerza mi cara.
Gozar de la vida,
me queda tanto: por descubrir, aprender y por hacer. Porque el camino es largo
y vale la pena transitarlo con intensidad y avidez, abiertos a descubrir todos
los días cosas nuevas.
Pretendo ser útil a las personas que más quiero, y también
a todas las que me necesitan, me brindan toda su gratitud y cariño. Quizás
algunas aún no las conozca, pero sé que se cruzarán en mi vida, estoy
convencida que nada sucede por casualidad.
Quisiera ser ecuánime con lo que anhelo y pienso, ¡qué
contradicción perpleja!, pero saludable para mantenerme activa, en el conflicto
que significa cada día, con errores y aciertos, con sonrisas y llantos, con
puertas que cierran y otras que se abren, pero así es la vida un suceso detrás
del otro.
Ser sensata cuando mis pensamientos se interponen y
obstaculizan mi sendero, de modo de caminar sin ataduras, libre, sintiendo que
si bien me importan muchas cosas, otras ya no tienen sentido. Y si logramos
despojarnos de lo que nos molesta, nos lastima, los días serán más gratos y si
bien no es una decisión sencilla de
tomar, sin embargo es una de las más importantes y necesarias.
Escuchar a mi corazón cuando me habla, pues él sabe bien
quien soy y que es lo que quiero. Y no
hay nadie mejor para conocernos, que nosotros mismos. Aquí es importante dejar
de lado el qué dirán o el que piensan, porque siempre habrá alguien que nos
cuestione, juzgue o contradiga, por más que intentemos hacer las cosas de la
mejor manera.
No esperar demasiado de nada ni de nadie, más que de mi
misma, pues los demás no son de mi pertenencia, son libres de hacer lo que les
venga a su antojo. Sin embargo, tantas veces sentimos que determinadas personas
nos van a ayudar, a escuchar, porque creemos que hemos generado un excelente
vínculo de amistad con ellas, pero de pronto entendemos que ellos también están
muy cargados de problemas, de inquietudes, que no les permite ver lo que
realmente precisamos.
No crear falsas expectativas, en cosas que tan sólo yo
adorno producto de mis deseos. Y es que quien sueña, fantasea, agrega condimentos,
cualidades producto de volar alto, pero los pies es conveniente dejarlos en la
tierra, porque la caída suele ser muy dura.
No dejar de soñar o creer en la gente, por más que mil
veces en el día me decepcione en diferentes circunstancias. El camino es largo,
sinuoso, pero ello no significa que todo esté perdido, que todo esté estropeado,
el generalizar no conlleva a buenos lugares.
Pensar menos, y actuar más. ¡Qué difícil tarea!, perdemos
mucho tiempo pensando, planificando, buscando estrategias, que la gran mayoría
de las veces no se llevan a cabo, porque algo que parecía muy sencillo se
convierte en una madeja llena de nudos, y éstos se desatan con las dos manos.
Aprender a pasar por alto situaciones que lo único que
nos aportan son enojos, malas caras, o simplemente nos amargan un día. No
quiero decir insensibilizarme, pero si sacar del disco duro todo lo que me deje
atrapada, fastidiada, porque en definitiva perdemos energía y vitalidad,
necesaria para canalizar en cosas que merecen la pena e importan cambiar.
Ser justa y paciente, en los momentos de desasosiego, en
los que es difícil lograr un equilibrio. Y este punto está muy relacionado con el
anterior, casi diría que van de la mano. Hacer “om”, meditar, antes de perder
los estribos, es un segundo en el que todo se puede salir de sus carriles, y
cuando se sale no es sencillo dar marcha atrás.
Descubrir día a día rostros que han pasado
desapercibidos. Y es que en ese correr, en ese llegar a tiempo, no vemos tantas
realidades, que están a nuestro lado, por no hacer una pausa o mirar con
detenimiento.
Sentir todos los aromas, y percibir todos los colores, para
ver lo bello aún en las situaciones más complejas. Este punto es bastante
difícil de alcanzar, pero sí de las caídas logramos pararnos, y continuamos el
rumbo con la cabeza en alto, con el sentimiento de haber aprendido, entonces
podremos percibir lo mejor de cada situación que no es poca cosa.
Pretendo un buen futuro para mis hijos, y todos los
jóvenes que son el porvenir. Días que alberguen a todos por igual, sin que
aparezcan las diferencias de edades, raciales, sociales, políticas o
culturales, porque todos merecemos vivir dignamente, y disfrutar al máximo cada
día, todos somos necesarios, y dependemos los unos de los otros para vivir en
armonía.
No dejar de asombrarme frente al dolor, a la injusticia,
continuar luchando sin sentir que ya no queda tiempo, pues siempre se está a
tiempo.
No perder el entusiasmo, para que todo lo que emprenda
salga de la mejor manera. Esta cualidad mueve, da energía, dinamismo, y nos permite enfrentar la vida con alegría y de
su mano, no dejar de reír ni un día, porque la risa es el motor del alma.
No quiero ser causante del dolor de nadie, sé que me
equivoco muchas veces, y que lo seguiré haciendo, pero pretendo aprender cada
día algo nuevo, que me ayude a superar
esas equivocaciones que nos hacen caer y lastimarnos.
Permitir que día a día los apegos materiales disminuyan,
porque de este modo podremos ser más libres en nuestra toma de decisiones. A
los afectivos, tantas veces los tomaría y les daría un buen tirón de orejas,
pero también sé que sin afecto, sin cariño, no es posible vivir, aunque ellos
generen grandes dolores, también son parte de nuestra plenitud y dicha, así que
con éstos aprender a convivir no esperando demasiado, tan sólo otorgando lo
mejor de sí.
Y si es posible contribuir para que nuestro Planeta
Tierra no se siga contaminando, no sólo por tóxicos químicos, sino también por
aquellos que ensucian el alma, que lastiman, que degradan al hombre a su peor
miseria. Todos somos responsables en alguna medida, así que por más pequeño que
sea el aporte es una gran ayuda.
También, aprender a escuchar y callar cuando sea
necesario, para poder brindarme a quienes me rodean con total entrega. Quien
sabe escuchar, con su mirada, con todos sus sentidos es capaz de llegar a
descubrir lo más íntimo de quien habla y se comunica.
Por último, como dijo hoy una gran y querida amiga,
detener por minutos el reloj, y traer a la mente todos los momentos maravillosos
que vivimos, que compartimos, en los que fuimos realmente felices, porque ellos
son un gran combustible cuando flaqueamos, o nos vemos invadidos por la
tristeza, o las dudas. Siempre nuestra mente, albergará un recuerdo exacto,
preciso para poder encontrar alguna respuesta.
Algunas o casi todas las cosas que pretendo, se que
llevan casi una vida descubrirlas, aprenderlas o asimilarlas, pero tomar
consciencia de ello es crucial para que podamos llevarlas a cabo.
Pretendo tantas cosas… que sólo me conformo con que
algunas sean posibles, porque significa que hemos avanzado un paso, y aunque
algunas veces tengamos que retroceder, no debemos olvidar que lo que sigue se
encuentra delante nuestro, frente por frente, en una espera continua por ser
vivido con intensidad.