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PASAR DESAPERCIBIDO

Tantas veces en silencio se visten los aromas del día, penetran suavemente y se presentan sin que nos demos cuenta. El tibio perfume primaveral deja sentir notas que renacen llenas de esplendor.

Sin embargo, por más que mil y uno motivos se paran para que veamos que ha cambiado la estación, aún pasan desapercibidos. Quizás porque no nos hemos detenido a disfrutar del día, no nos hemos hecho ese espacio para que penetren los aromas, colores, sabores, texturas y sonidos en los que un cambio notorio se ha hecho presente.

¿Por qué nos resistimos al cambio?, posiblemente aún no estemos preparados, tengamos temas pendientes que abordar, o simplemente nos damos ese espacio para ser y estar en otra sintonía diferente a la que estamos habituados. Algunas veces aunque nos incomoda el tiempo presente, no hacemos nada por cambiarlo por temor a lo desconocido, por miedo a lo que vendrá, o simplemente como dice un viejo proverbio: “más vale malo conocido que bueno por conocer”. He aquí un gran obstáculo cuando tratamos de avanzar, porque todo puede a llegar a pasar desapercibido simplemente por no querer abrirnos a continuar, y mantenernos paralizados en un tiempo detenido, pero que a su vez continúa sin pedirnos permiso.

Lo que pasa desapercibo, puede tener múltiples explicaciones, por no querer realzar demasiado lo que está sucediendo, por no querer llamar la atención, porque discretamente hace su labor para en alguna circunstancia hacerse visible, cuando sea el momento justo y perfecto para que lo incorporemos, para que digamos sí al cambio.

Tantas veces, nos llegan mensajes que pasan desapercibidos, llamados que son ignorados, voces que no son escuchadas, latidos que no son correspondidos, abrazos que son desaprovechados, y aunque nos llamen la atención seguimos anestesiados en nuestro mundo, ajenos a ellos, porque aún no hemos abierto esa puerta para darles cabida, hay algo que nos impide abrirla y tenemos que descubrir cuál es el motivo.

Lo que pasa desapercibido camina con humildad por la vereda a la espera de ser recibido, con paciencia, con la grandeza de la gratitud a flor de piel, con el deseo lleno de esperanza, con las pupilas cargadas de brillo y esplendor, a la espera de ser percibido, de ser un motivo por el que cuestionarse, por el que poner un pienso.

Dicen que todo llega a su debido tiempo, y como seres llenos de virtudes y defectos, de posibilidades vamos transitando etapas, situaciones que corresponden a ese momento vital que nos toca enfrentar, en el que cuestionamientos, problemas, anhelos, sueños, se hacen presente, hasta que llega ese día en el que nos paramos y logramos ver lo que ha pasado desapercibo, y se hace verbo en el camino, se materializa a través de una decisión que se vuelve acción.

Hoy en silencio se visten los aromas del día, penetran suavemente y se presentan sin que nos demos cuenta. El tibio perfume primaveral deja sentir notas que renacen llenas de esplendor. Sin embargo, somos conscientes de este bello despertar en el que las posibilidades se vislumbran a la espera de materializarse.

Andrea Calvete

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