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¿QUIÉN ERES REALMENTE?

“Si nunca afrontas el miedo de dejar de ser como eres, nunca descubrirás la alegría de ser como puedes ser”, este desafío planteado por Nietzsche no es sencillo, pero tampoco es imposible.

Los miedos no nos permiten enfrentar desafíos, ni vencer obstáculos. Ellos nos paralizan impidiendo avanzar o progresar. Sólo es cuestión de parecerse frente a ellos y enfrentarlos.

La valentía no significa no tener miedo, pues es una sensación natural de los seres humanos, lo importante es no permitir que ellos nos detengan el rumbo. Por el contrario, grandes personajes en la historia de la Humanidad tuvieron que enfrentarse a temores gigantes, pero aún en los momentos de mayor incertidumbre no se dejaron vencer, o intimidar por ellos.

Es cuestión de realizar un ejercicio mental que nos permita desafiarlos hasta vencerlos, en pos de descubrir todo aquello que reprimimos en nuestro interior, y no dejamos aparecer por el ¿qué dirán o pensarán?, quizás el primer paso sea entender que no importa lo que piensen los demás si nosotros estamos convencidos en lo que pensamos o sostenemos.

La seguridad en uno mismo es el primer paso para vencer los miedos, o al menos enfrentarlos.

Pero el deseo vence al miedo, cuando lo que ansiamos o anhelamos es muy intenso, no existe nada que nos pueda detener, pues el deseo se interpone y se torna en un inmenso guerrero capaz de enfrentar cualquier situación.

De este modo, sólo será cuestión de intentar descubrir ¿quiénes somos?, porque algunas veces al mirarnos al espejo vemos imágenes que distan mucho de lo que realmente somos. Pero cabría preguntarnos ¿por qué sucede esto?, y las respuestas pueden ser múltiples, de acuerdo a las diferentes circunstancias que cada uno haya tenido que enfrentar en la vida.

Y el camino recorrido no es siempre fácil de mirar con objetividad, con franqueza, con valentía, porque algunas imágenes quizás no sean las que ansiábamos, o las que más nos agradan. Y lo que dista con lo que esperábamos muchas veces se convierte en un fracaso, que nos marca o al menos nos inquieta. Aunque es importante recordar que de las cicatrices también se aprende, porque son el producto de una situación de vida que vista en perspectiva puede ayudarnos a crecer y a fortalecer el desarrollo.

Lo que vemos y cómo lo vemos varía de acuerdo a las experiencias personales, la personalidad, y el toque subjetivo que dan nuestro cerebro y alma.

Asimismo, todo ser humano tiene sus contradicciones propias, a ellas debemos sumar las de quienes nos rodean. Y como cada día es un comienzo nuevo, es importante aceptar ¿quiénes somos y qué queremos?, y parte del camino se hará más llano.

Quizás, el desnudarse y mirarse a un espejo sin tapujos, sin ropas que incomoden o aprieten, no sea un ejercicio sencillo, dada nuestra educación, nuestros preconceptos, o simplemente el no querer ver algo que no estamos dispuestos a asumir. El encuentro con uno mismo es algo que si bien es necesario, y requiere de una importante labor de introspección, no es sencillo de lograr, porque conlleva estar dispuestos a enfrentar una serie de desafíos.

El pararnos a conversar con nuestros defectos, nuestras fallas, nuestros relatos más íntimos, es una tarea complicada, que nos hace reconocer y ver lo que nos duele. Es siempre más sencillo ver las virtudes, las cosas positivas que tenemos, ya que lo negativo encierra de por si aceptar una negación, y ya allí comienza el primer problema, y es reconocer lo que no somos… y habrá tantas cosas que no somos y que sí esperamos o soñamos ser.

Según Goethe “el comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen”, aunque algunas veces ellos no condicen con lo que pensamos o sentimos, porque el ser humano no siempre obra de acuerdo a lo esperado, o establecido, en él se dan una serie de situaciones internas y externas que lo llevan a actuar de formas inusitadas, complejas de entender, pero que a la larga tienen una explicación.

Pero si nos detenemos a mirar a nuestro alrededor, la mayoría de las personas viven desconformes, las que están solteras quieren casarse, las que están casadas quieren divorciarse, los que tienen una pareja estable ya se han aburrido, los que no la tienen están deseándola tener… el que tiene poco quisiera tener más, y el que tiene mucho piensa que lo que ya tiene, lo ha sobrepasado y era más feliz antes cuando tenía menos, y entonces vivimos en un mundo donde la vereda del vecino para ser más fresca, confortable y segura.

Ahora bien, si lo de lo demás parece ser mejor, es un mal punto de partida. Lo que los demás tengan no me quita ni me agrega nada a mi vida, es importante saber ¿qué es lo que yo quiero, anhelo o ansío? Si tengo claro estos parámetros más sencillo será a la hora de mirarnos al espejo, porque no sólo voy a ver la imagen que desearía ver con claridad, sino la que se refleja y dista de ella.

Y en esta búsqueda personal, no debemos olvidar que somos seres que nos encontramos permanentemente condicionados a juzgar. Y nuestro juez interior es el causante de que aceptemos o rechacemos quienes somos. En tal sentido, es preciso adoptar un diálogo crítico, que nos permita confrontar lo que somos con lo que queremos o anhelamos ser.

Quizás alcancemos a ver “el reflejo del espejo dos caras” y ya no sintamos frío, entonces habremos aceptado quienes realmente somos, tal cual somos. Y aunque la autenticidad suele ser una virtud que escasea no está perdida, sólo es apelar a nuestros sentidos más íntegros, e intentar rescatarla de alguna parte, porque todos somos seres únicos y diferentes.

Finalmente, esforzarnos por descubrir ¿quiénes somos realmente?, quizás nos lleve toda una vida, porque todos los días somos capaces de aprender algo nuevo, de descubrir nuevas sensaciones, nuevos estímulos, nuevas fallas, nuevos errores y aciertos, nuevos desafíos. Asimismo, cada día es un comienzo nuevo, en el que vamos cambiando, ya que nada se pierde todo se transforma, y es así que con nuestra actitud podemos reflejar una imagen mejor, sólo es cuestión de decisión, lo demás irá sucediendo con el devenir del tiempo.

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