LA FELICIDAD DE SEMBRAR PARA OTROS
El que planta árboles sabiendo que nunca se sentará a su sombra, ha empezado a entender el significado de la vida. Porque la felicidad es grandiosa, sin importar si es nuestra o la experimentan otras personas, lo importante es que se dé.
Una sociedad florece y se engrandece cuando las personas mayores plantan árboles con amor y dedicación, a pesar de que nunca podrán descansar bajo su sombra fresca y acogedora.
Quien planta un árbol sabiendo que no se sentará a su sombra, es porque ha comprendido que los legados no se miden en logros inmediatos.
La semilla del futuro se planta con cada árbol. Así cada árbol será la siembra donde se cultiva la esperanza, el compromiso, y la promesa de un mañana mejor.
Quien siembra sabiendo que no disfrutará de la sombra, lo hace en un acto de generosidad y amor por la humanidad y por la naturaleza, en busca de trascender el tiempo y el espacio.
En cada árbol plantado, hay un símbolo de esperanza y un recordatorio de que nuestras acciones pueden tener un impacto duradero en el mundo.
Así, abracemos la lección de las personas que deciden plantar más allá de no poder disfrutar de la sombra, si sembramos con compromiso y amor, la vida continuará y florecerá en los que vienen y vendrán.
El que planta árboles sabiendo que nunca se sentará a su sombra, ha empezado a entender el significado de la vida. Porque la felicidad es grandiosa sin importar si es nuestra o la experimentan otras personas, lo importante es que se dé.
Una sociedad florece y se engrandece cuando las personas mayores plantan árboles con amor y dedicación, a pesar de que nunca podrán descansar bajo su sombra fresca y acogedora.
Quien planta un árbol sabiendo que no se sentará a su sombra, es porque ha comprendido que los legados no se miden en logros inmediatos.
La semilla del futuro se planta con cada árbol. Así cada árbol será la siembra donde se cultiva la esperanza, el compromiso, y la promesa de un mañana mejor.
Quien siembra sabiendo que no disfrutará de la sombra, lo hace en un acto de generosidad y amor por la humanidad y por la naturaleza, en busca de trascender el tiempo y el espacio.
En cada árbol plantado, hay un símbolo de esperanza y un recordatorio de que nuestras acciones pueden tener un impacto duradero en el mundo.
Así, abracemos la lección de las personas que deciden plantar más allá de no poder disfrutar de la sombra, si sembramos con compromiso y amor, la vida continuará y florecerá en los que vienen y vendrán.
El que planta árboles sabiendo que nunca se sentará a su sombra, ha empezado a entender el significado de la vida. Porque la felicidad es grandiosa sin importar si es nuestra o la experimentan otras personas, lo importante es que se dé.
Andrea Calvete