APOCALIPSIS
El fin del mundo parece estar más cerca, aunque calamidad, catástrofe o desastre son palabras que siempre han acompañado al desarrollo de la humanidad. Es momento más que nunca de ser resilientes, solidarios, fraternos y empáticos, por los que están por los que vendrán y los que no han perdido la esperanza de que aún es posible.
Hoy por hoy no podemos dar la espalda al cambio climático producto de la contaminación, consumo desmedido, talado de árboles, y explotación de un mundo que pide por favor paremos de destruirlo.
Y no importa donde estemos situados porque a todos nos afecta lo que ocurre: a los más pequeños porque es el mundo que les queda, a los del medio porque están en plena lucha y a los más grandes porque es el legado que les dejaremos… así que a todos nos repercute y no podemos dejar de preocuparnos, pero también ocuparnos.
Nuestro cuerpo se compone de un 65 por ciento de agua, elemento vital en nuestro organismo y en el planeta. Un recurso que escasea y que dado el cambio climático cada vez son más las sequías, incendios y la devastación nos acecha.
Si bien los gobiernos, las industrias y las corporaciones son los primeros que tienen que poner manos en el asunto y dejar los intereses de lado, cosa realmente utópica, también a partir los cambios individuales podemos aportar nuestro grano de arena, desde el consumo responsable, solidario, y desde el compromiso con el medio ambiente.
Pero pregunto cuántas veces habrán escuchado a quienes dicen: “no tires un papel porque contaminas”, y mucha razón tienen, pero no siempre su discurso se condice con lo que hacen, basta mirar el caos en su habitación y parece que llega el fin del mundo, por poner un ejemplo. Entonces uno se pregunta por qué suceden estas cosas, porque es fácil dar soluciones, y no hay coherencia en lo que se dice, hace y piensa…
Pero de regreso a lo que vive hoy nuestro planeta hay que tomar cartas en el asunto, y desde el ejemplo personal va el compromiso de esta lucha.
Tomar cartas en el asunto es comprometernos a cambiar, a buscar una solución, aunque comprendo que parece que desde lo individual poco y nada podemos hacer, sin embargo, es mucho cuando intentamos apoyar para dar un paso para que nuestro planeta siga en pie, para que la vida continúe, y también para que la alegría no se apague en medio de tantas situaciones complejas y angustiantes.
Es momento más que nunca de ser resilientes, fraternos y empáticos, por los que están por los que vendrán y los que no han perdido la esperanza de que aún es posible. Estoy convencida que hay luz, porque nunca estuvo la ciencia y la tecnología tan adelantadas, pues es momento de utilizarlas no para la destrucción de la humanidad si no para su salvación.
Hoy por hoy no podemos dar la espalda al cambio climático producto de la contaminación, consumo desmedido, talado de árboles, y explotación de un mundo que pide por favor paremos de destruirlo.
Y no importa donde estemos situados porque a todos nos afecta lo que ocurre: a los más pequeños porque es el mundo que les queda, a los del medio porque están en plena lucha y a los más grandes porque es el legado que les dejaremos… así que a todos nos repercute y no podemos dejar de preocuparnos, pero también ocuparnos.
Nuestro cuerpo se compone de un 65 por ciento de agua, elemento vital en nuestro organismo y en el planeta. Un recurso que escasea y que dado el cambio climático cada vez son más las sequías, incendios y la devastación nos acecha.
Si bien los gobiernos, las industrias y las corporaciones son los primeros que tienen que poner manos en el asunto y dejar los intereses de lado, cosa realmente utópica, también a partir los cambios individuales podemos aportar nuestro grano de arena, desde el consumo responsable, solidario, y desde el compromiso con el medio ambiente.
Pero pregunto cuántas veces habrán escuchado a quienes dicen: “no tires un papel porque contaminas”, y mucha razón tienen, pero no siempre su discurso se condice con lo que hacen, basta mirar el caos en su habitación y parece que llega el fin del mundo, por poner un ejemplo. Entonces uno se pregunta por qué suceden estas cosas, porque es fácil dar soluciones, y no hay coherencia en lo que se dice, hace y piensa…
Pero de regreso a lo que vive hoy nuestro planeta hay que tomar cartas en el asunto, y desde el ejemplo personal va el compromiso de esta lucha.
Tomar cartas en el asunto es comprometernos a cambiar, a buscar una solución, aunque comprendo que parece que desde lo individual poco y nada podemos hacer, sin embargo, es mucho cuando intentamos apoyar para dar un paso para que nuestro planeta siga en pie, para que la vida continúe, y también para que la alegría no se apague en medio de tantas situaciones complejas y angustiantes.
Es momento más que nunca de ser resilientes, fraternos y empáticos, por los que están por los que vendrán y los que no han perdido la esperanza de que aún es posible. Estoy convencida que hay luz, porque nunca estuvo la ciencia y la tecnología tan adelantadas, pues es momento de utilizarlas no para la destrucción de la humanidad si no para su salvación.
Andrea Calvete