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LA CERTIDUMBRE Y SUS ADYACENCIAS

Analicemos la certidumbre, una palabra que algunas veces  nos hace llevarnos a ponchazos tantas situaciones en la vida, otras nos induce por caminos equivocados y  nos aleja de los seres más queridos.

De la mano del Diccinoario de Filosofía Abreviado de José Ferrater Mora, “la certidumbre no depende ni de una evidencia ontológica ni de la demostración empírica. Por su puesto, la causalidad se restringe al mundo fenoménico, no se puede decir si afecta a las cosas en sí, porque no se puede tener accesos a tales cosas”.

A lo largo de la historia, diferentes doctrinas sobre la causalidad y el carácter metafísico de la causa han proliferado.

Sin embargo, más allá de las perspectivas, la certidumbre para José Ferrater Mora tiene un matiz subjetivo que no debe olvidarse. Podría considerarse un “estado firme de la mente”, en el que la certidumbre subjetiva tiene dos grados: la que no se funda sobre la certidumbre objetiva, y la meramente subjetiva. En la época moderna se tendió al desarrollo del aspecto evidencial de la certidumbre.

La certidumbre es un acto en el que se reconoce sin reservas la verdad o la falsedad de una situación objetiva, en el que la moral juega un rol importante.

Y si bien la certidumbre alude a una convicción, una certeza o un convencimiento, a propósito de ella se generan grandes problemas cuando entablamos un diálogo, establecemos una relación, o pretendemos demostrar que estamos en lo cierto.

Tomar decisiones es una de nuestras principales responsabilidades, y una de las obligaciones más habituales a las que nos tenemos que enfrentar. A lo largo de nuestra jornada nos encontramos con situaciones difíciles, contratiempos, problemas y dudas a las que debemos dar respuesta. Tomar la decisión más acertada dependerá de nuestros conocimientos y de la capacidad para analizar cada situación y de nuestras habilidades para afrontar estos retos.

En ocasiones estas decisiones son triviales y sus repercusiones son mínimas. Sin embargo, existen ciertos momentos en los que tenemos que enfrentarnos a problemas más relevantes. Ante este tipo de situaciones deberemos decantar por aquella opción que consideremos más acertada, bien porque sea la más beneficiosa o porque resulta la que menos riesgos conlleva.

Uno debe estar preparado para tomar decisiones bajo condiciones de certeza, incertidumbre y riesgo. Una decisión mal tomada nos puede traer aparejada una pelea, una ruptura o un quiebre.

La toma de decisiones bajo condiciones de certidumbre o certeza, sólo es posible cuando disponemos de toda la información necesaria, conocemos todos los datos y variables, sabemos qué soluciones podemos tomar y comprendemos las repercusiones de las diferentes alternativas entre las que elegimos.

Según Humberto Maturana, el saber es la certidumbre que de alguna manera encierra un pensamiento, un saber que de alguna forma bloquea la reflexión. En nuestra sociedad se buscan personas reflexivas, seres racionales que algunas veces cegados por esa razón suprimen emociones, y no logran llevar a cabo correctas relaciones de alteridad porque no pueden ponerse en el lugar del otro, porque en definitiva no llegan a desapegarse de la certidumbre en el camino de la reflexión.

Actualmente,  es común rendirnos anestesiados, insensibilizados por lo que ocurre a lado nuestro, por lo tanto es importante que me preocupe mi realidad y la de quienes me rodean. Porque si me olvido de ellos mi reflexión pierde certidumbre y me sumerjo en mi seguridad olvidando la del otro.
En definitiva, mi certidumbre nunca puede bloquear mi reflexión ni los colores que pigmentan mi moral.

Andrea Calvete

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