PULSEADA
Ahuyentar las preocupaciones se vuelve una obra de ingeniería cuando la cabeza diligente pretende encontrar soluciones eficaces y prácticas. La mente, si bien es un gran instrumento no es fácil de manejar, generalmente nos dirige a su antojo.
Por momentos, nos encadenamos a ciertas realidades sin darnos realmente cuenta, sólo dejándonos llevar por el sistema del cual formamos parte y nos exige seguir sus lineamientos.
Ni que hablar que no estamos ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, y al escuchar ciertas historias macabras el desánimo nos habita y el desasosiego nos sorprende cuando pretendemos detener esa vorágine que no tiene ni pie ni cabeza.
Al enfrentar la rutina algunas tonalidades grises y monótonas suelen opacar el cuadro que coloreamos día a día, el que con delicada paciencia esculpimos fieles a nuestras convicciones, sin embargo, el tallado suele dificultarse cuando ciertas aristas sobresalen y lastiman.
Pero, como todo es mente, quizás ganarle la pulseada no sea tan difícil para quien esté convencido de que vale la pena no resignarse y luchar por lo cree y entiende que es justo y necesario.
Ni que hablar que no estamos ajenos a lo que sucede a nuestro alrededor, y al escuchar ciertas historias macabras el desánimo nos habita y el desasosiego nos sorprende cuando pretendemos detener esa vorágine que no tiene ni pie ni cabeza.
Al enfrentar la rutina algunas tonalidades grises y monótonas suelen opacar el cuadro que coloreamos día a día, el que con delicada paciencia esculpimos fieles a nuestras convicciones, sin embargo, el tallado suele dificultarse cuando ciertas aristas sobresalen y lastiman.
Pero, como todo es mente, quizás ganarle la pulseada no sea tan difícil para quien esté convencido de que vale la pena no resignarse y luchar por lo cree y entiende que es justo y necesario.
Andrea Calvete