SI TE DIJERA...
¿Si te dijera que te escucho, me creerías?, ¿si te explicara lo que siento, me entenderías?, ¿si te tocara con mis manos, me sentirías?, ¿si me quedara callada, me oirías?... Quizás, no lo sé, o al menos eso quiero creer.
La lluvia cae mansa y cada gota es un regalo para mis oídos, un despertar para mis sentidos. El olor a tierra mojada realza los aromas, mientras el continuo pasar de los autos levanta suavemente el agua que recubre las calles. Es una tarde plomiza, en la que quedan pocos lugares para los matices o colores llamativos, parece que un inmenso toldo gris cubriera la ciudad y nos abrazara con su humedad fría.
¿Si te dijera que no te he olvidado, me entenderías?, ¿si te dijera que nada ha cambiado, te reirías?, ¿si te dijera que te extraño, regresarías?... Quizás, no lo sé, o al menos eso quiero creer.
El ruido de un camión encendido me dispersa, siento como bajan y suben objetos de él, mientras mi perra ladra muy enojada, entonces el motor sigue en marcha, a la espera de vaya saber ¿qué?. Hoy es un día para andar con calma la lluvia deja poca visibilidad y el tránsito se torna pesado, así que es mejor armarse de paciencia y disponerse a mojar si nos hemos olvidado del paraguas o simplemente hemos decidido salpicarnos con esas gotas purificadoras.
¿Si te dijera que al respirar hondo te recuerdo, lo notarías?, ¿si te dijera que todo ha cambiado, regresarías?, ¿si te tocara con mis pensamientos, me abrazarías?... Quizás, no lo sé, o al menos eso quiero creer.
Un auto que se aleja se mezcla con el sonido de la lluvia, y una alarma suena monótona pero suave como una letanía, las voces de dos mujeres se suman a los sonidos de esta tarde que no deja mucho lugar a las respuestas, pero sí a las preguntas.
¿Si te dijera tantas cosas, me escucharías?, ¿si te dijera lo que no dije, te asombrarías?, ¿si te buscara en un sonido, te encontraría?... Quizás, tal vez, o al menos eso quiero creer.
Andrea Calvete
La lluvia cae mansa y cada gota es un regalo para mis oídos, un despertar para mis sentidos. El olor a tierra mojada realza los aromas, mientras el continuo pasar de los autos levanta suavemente el agua que recubre las calles. Es una tarde plomiza, en la que quedan pocos lugares para los matices o colores llamativos, parece que un inmenso toldo gris cubriera la ciudad y nos abrazara con su humedad fría.
¿Si te dijera que no te he olvidado, me entenderías?, ¿si te dijera que nada ha cambiado, te reirías?, ¿si te dijera que te extraño, regresarías?... Quizás, no lo sé, o al menos eso quiero creer.
El ruido de un camión encendido me dispersa, siento como bajan y suben objetos de él, mientras mi perra ladra muy enojada, entonces el motor sigue en marcha, a la espera de vaya saber ¿qué?. Hoy es un día para andar con calma la lluvia deja poca visibilidad y el tránsito se torna pesado, así que es mejor armarse de paciencia y disponerse a mojar si nos hemos olvidado del paraguas o simplemente hemos decidido salpicarnos con esas gotas purificadoras.
¿Si te dijera que al respirar hondo te recuerdo, lo notarías?, ¿si te dijera que todo ha cambiado, regresarías?, ¿si te tocara con mis pensamientos, me abrazarías?... Quizás, no lo sé, o al menos eso quiero creer.
Un auto que se aleja se mezcla con el sonido de la lluvia, y una alarma suena monótona pero suave como una letanía, las voces de dos mujeres se suman a los sonidos de esta tarde que no deja mucho lugar a las respuestas, pero sí a las preguntas.
¿Si te dijera tantas cosas, me escucharías?, ¿si te dijera lo que no dije, te asombrarías?, ¿si te buscara en un sonido, te encontraría?... Quizás, tal vez, o al menos eso quiero creer.