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DESDE LA NOCHE DE LOS TIEMPOS

Su mirada penetrante atraviesa el espacio y el tiempo. Con delicada paciencia seduce a sus destinatarios y los conduce por donde mejor le parece. Se viste y se perfuma de acuerdo a la ocasión, aunque siempre lo hace con dedicado esmero. No siempre camina en la misma dirección, cambia el rumbo según el viento y la marea. Suele andar erguido, pero también se lo ve encorvado cuando cansado de andar no logra su meta.

Algunas veces llega de prisa, casi sin aliento pues el tiempo le corre una mala pasada. Hila fino y despacio hasta lograr el entramado que se propone, cuanto más suave el hilado más sencillo se deslizan sus propósitos. Cuando un nudo obstaculiza su labor, con paciencia infinita pone manos a la obra, así el sabor amargo se convierte en una dulce y apetecible conquista.

Nos conduce como marionetas y nos tiene preparado un camino, por eso nos peleamos día a día, o mejor dicho nos sentamos a negociar ¿cómo serán nuestros días, hacia dónde nos dirigiremos, cómo lo haremos? Porque en definitiva, sentimos que somos los hacedores de nuestro propio camino. Sin embargo, el destino nos juega sus malas jugadas, y en determinados momentos de la vida comprendemos que no todo depende exclusivamente de lo que decidamos o hagamos, el sabe tejer con su mano mágica lo que en definitiva nos tiene preparado.

En ciertas ocasiones, sentimos que se ríe de nosotros, que nos hace trampa, que nos juega sucio, porque por más que intentemos guionar nuestra historia, aparece con su risa sarcástica y nos hace una guiñada a tiempo que nos palmea la espalda para saludarnos. Entonces, lo miramos asombrados y sentimos que no es tan sencillo tener el control de nuestros motores.

Quizás estemos a tiempo de demostrarle que más allá de sus designios a través de nuestro libre albedrío nos conducimos lo más cercano a nuestras convicciones y anhelos, muy a pesar suyo y de su batería de propuestas impuestas. Posiblemente, no demostrarle miedo o temor , o cierto grado de vulnerabilidad, sea algo intimidante para sus propósitos implacables, aunque dudo que a esta altura se le mueva un pelo por nada ni nadie.

No es sencillo enfrentarnos al destino y mostrarle nuestra mejor cara, sobre todo cuando lo que nos propone nos disgusta o contraría, allí es cuando quisiéramos agarrarlo de la solapa y darle un buen sacudón. Pero, como resulta algo utópico, respiramos profundo miramos al cielo y decidimos continuar y sortear lo que él con su mano mágica ha decido escribir en nuestro sendero.

Es así que es un gran guinonista de historias, señala caminos, es un hábil seductor que se vale de todos los colores, matices, sabores y sonidos, naturales o artificiales, no importa, todos suman a la hora de crear el clima para que se desarrolle ese encuentro inevitable al que él con aire descuidado y apacible provoca con dedicado esmero. Sabe distinguir a kilómetros los ávidos latidos de quienes aún tienen un brillo de esperanza en sus pupilas. Desde la noche de los tiempos anda y recorre, su muda voz parece pasar desapercibida, sin embargo se hace verbo cuando logra su cometido..

Andrea Calvete






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