Las vivencias individuales nos forman como personas, las compartidas como sociedad.
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PEDRO FIGARI
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Pedro Figari nace en Montevideo en 1861en el seno de una familia de inmigrantes genoveses. Creció en una ciudad que aún mostraba trazas coloniales y sus costumbres.
Atrincherados en la nube de los deseos los sí esperan a que les demos cabida, a que los dejemos volar. Nubarrones grises se interponen, los aprisionan, por temor, indecisión, o simplemente por no ver con claridad el camino a seguir. Lo claro es que si no suma que no reste. En esa puja por decidir, entran en nuestra vida conceptos y personas que en realidad no tienen demasiada cabida, sería atinado preguntarnos si agregan algo , si aportan de alguna forma a nuestro día a día, y lo más importante es que no nos quinten tiempo o energía, elementos que en la medida que pasa la vida se hacen más escasos y necesarios. Evidentemente, de lo malo, de lo difícil es donde más aprendemos, porque desde las cicatrices nos fortalecemos, y resurgimos como el Ave Fénix. Sin embargo, está en cada uno no desaprovechar cada instante, cada día en el que tenemos un sinfín de oportunidades para sumar, para elegir y hacer que cada momento sea irrepetible y mágico. Quizás aquí radique la mayor dificultad, por
Por Andrea Calvete Tantas veces nuestro corazón sufre, no encuentra consuelo, y nos hallamos ante un verdadero laberinto, del cual nos es prácticamente imposible salir. Donde las razones pierden el sentido, y las respuestas se alejan tan distantes que no alcanzamos a distinguirlas. ¿Es qué a caso alguien merece nuestras lágrimas?, quizás quien esté sufriendo por un desencanto o desilusión conteste rápidamente que sí a esta pregunta. Por otra parte, si nos ponemos a pensar en algún momento de la vida todos hemos sufrido por causa de una persona. Entonces ¿cómo encarar el dolor? Si reflexionamos sobre la frase de Gabriel García Márquez que dice que “ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merezca no te hará llorar”, tal vez comprendamos que quien realmente nos quiere o aprecia no nos hará llorar, por el contrario intentará hacernos sonreír y vibrar. Nos valorará tal cual somos, y es posible que su mirada nos realce, pues los ojos del amor tienen esa virtud de embellecerlo t
La paciencia dice un viejo proverbio que es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces. Quizás su amargura radique en poderla llevar a la práctica justamente en momentos que se hace muy complejo hallarla y casi imposible preservarla. Por lo general, cuando un problema nos supera, una enfermedad nos aqueja, lo primero que se nos recomienda es tener paciencia, de modo de no perder la razón, la calma, y la armonía en nuestros días. Precisamente, cuando estamos mal por cualquier motivo nos desestabilizamos, y es como un gran círculo vicioso del cual se hace muy difícil de salir, porque parecería que todos los problemas se van encadenando. Para poder desarrollar la paciencia, primero debemos asumir lo que nos sucede, comprenderlo, para después buscar la manera paciente de continuar lo mejor posible. Pero para llegar a este punto debemos analizar dónde estamos parados, y por qué hemos arribado hasta aquí, qué es lo que ha sucedido, para entonces tener en claro qué dirección