¿POR QUÉ TODO PARECE CONSPIRAR EN NUESTRA CONTRA?
Hay días en que a medida que transcurre la jornada todo parece conspirar en nuestra contra; se nos va la leche al fuego, se nos acaba la yerba, al llegar a la parada vemos pasar todos los ómnibus juntos y sabemos que llegaremos tarde al trabajo, y así la sucesión de acontecimientos negativos se incrementa.
Posiblemente un pequeño disparador sea el que desencadene los otros hechos, pero la cuestión es que si nos preguntan estamos deseando que llegue la noche porque todo parece estar en nuestra contra.
Al llegar al trabajo, una lluvia de reclamos nos inunda, cosas que debían estar prontas y no están, errores que surgen debajo de las piedras, malos entendidos, bromas fuera de lugar… y ya la cabeza se nos parte en dos y no hay café, mate o analgésico que la alivie.
Si nos detenemos a pensar, son días en que respiramos una energía muy negativa, por ende, lo malo generalmente tiende a atraer más de lo mismo. Es como un mecanismo en el que caemos en un pozo oscuro en el que nos sumergimos más y más.
Quizás ante la primera contrariedad que nos ocurre al levantarnos, deberíamos no enroscarnos en ella, trascenderla e intentar comenzar como si nada hubiera pasado, de ese modo probablemente el día se desarrollaría de una mejor manera.
Cuando digo enroscarnos, me refiero a quedar aferrados al problema o circunstancia que nos aqueja un día entero o una mañana, no en el afán de resolverla, sino despotricando por lo que nos sucedió o simplemente emitiendo expresiones que aún nos dañan o perjudican más, porque nos dejan con un pésimo estado de ánimo.
Por su parte, no falta quien se acerque para tirar piedras, porque dice un dicho popular que del “árbol caído todos hacen leña”, desconozco el origen de esta expresión, pero es bien cierto que en estas oportunidades aparecen de la nada personas que en lugar de colaborar nos confunden más, el porqué de esto tiene múltiples explicaciones, pero ya sería entrar en otro terreno.
Probablemente si recuerdan uno de esos días en el que todo les va de maravilla, encontrarán en esas imágenes una sonrisa, un cuerpo cargado de energía vital, de entusiasmo, de unas ganas maravillosas de seguir, de un aire puro y limpio, de mirar el cielo y decir ¡qué día estupendo el de hoy!, simplemente estamos bien nosotros con nosotros mismos, y del mismo modo con todo lo que nos rodea.
Estar bien con uno mismo no es tarea sencilla, muchas situaciones las manejamos en forma consciente, pero otras se albergan en ese interior casi impenetrable del que poco sabemos o creemos saber, que se llama inconsciente, y un poquito más tangible el subconsciente.
A este conocimiento de uno mismo, debemos agregar el de las personas que nos rodean lo que complica bastante el mecanismo, ya es difícil conocernos nosotros, más aún a otra persona de la que generalmente solemos saber muy poco, o simplemente lo que ha decido mostrar de sí.
Pero ocupémonos de nosotros mismos, ya entrar en el otro si bien es una tarea que debemos realizar, implica primero empezar por casa, por ese hogar o templo que somos cada ser humano que nos hace únicos y diferentes.
He aquí otro problema a tener en cuenta: el de nuestra autoestima, tan necesaria para poder enfrentar el día a día con dignidad, con la cabeza en alto. Pero tantas veces bombardeados por un montón de problemas sentimos que valemos muy poco, que servimos cada vez menos. Y es necesario detenernos aquí y analizar el porqué de esta situación.
Tener baja nuestra autoestima conlleva no creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, y si no creemos nosotros, ¿por qué habrán de creer los demás? Es simple, si entramos a un negocio por un determinado producto y el vendedor no nos habla de sus cualidades y beneficios, sino por el contrario, de sus defectos o problemas, posiblemente terminemos no comprando el producto. A cada uno de nosotros nos sucede algo similar, la imagen que reflejamos es la que los demás perciben, es lo que les atrae de nosotros.
Una autoestima adecuada nos permitirá enfrentar la vida con optimismo, en sano equilibrio emocional, de modo que será posible utilizar todas las herramientas que disponemos para abrirnos paso en la vida. En sí, lo primero que implica es respeto por nosotros mismos, por lo que somos. Si partimos de esta base ya tenemos gran parte del camino allanado.
Asimismo, deberemos tener confianza en lo que somos, aunque muchas personas suelen decir “la tengo, pero en la vida las cosas no me salen como pretendo” y viceversa. Lo que ocurre, es que son cosas distintas, los logros obtenidos y la confianza, no precisamente van de la mano, pues mucha veces aspiramos metas inalcanzables o tomamos caminos inadecuados, o por el contrario, llegamos a esos destinos pero no confiamos en nuestra persona o no estamos satisfechos de cómo somos.
Generalmente, la autoestima se conforma en los primeros años de la niñez, entonces en ella influirán el hogar, la escuela y la familia. Mas cuando ha sido perjudicada por situaciones como la violencia de algún tipo, la autoestima puede aparecer muy por debajo del nivel normal.
En casos en los que no nos resulta posible enfrentar lo que nos toca, pues no contamos con las herramientas suficientes, es importante consultar un especialista, que nos permitirá superar esas inseguridades o al menos nos presentará opciones para encontrar una salida.
La vida en sí, agrede a diario este rico patrimonio, y con el transcurso de los años no sólo se debilita el físico sino también la mente, que son asaltados por el cansancio, el estrés, los problemas del diario vivir y la gran agresividad vigente en este siglo XXI, que con gran facilidad hace aflorar nuestro enojo en un abrir y cerrar de ojos.
Asimismo, cabe señalar que la autoestima puede verse saboteada por nuestro inconsciente, que nos permite aflorar el miedo emocional y nos lleva a disminuir los niveles de autoestima.
Mas en el camino de la vida, la sociedad nos enseña a “etiquetar” lo que está bien y lo que no, algunas veces prescindiendo de los verdaderos valores humanos, simplemente movidos por la necesidad de alcanzar metas que van en contra del propio individuo, de su autoestima, pues se persiguen metas inalcanzables, que están más allá de nuestras posibilidades.
Se nos vende un mundo perfecto, donde no hay lugar para los defectos ni las equivocaciones, donde las situaciones cierran en forma automática. Y de esta forma los medios de comunicación nos inculcan familias ideales, personas perfectas, donde no hay lugar para todos, sino solo para aquellos que tienen una imagen “ideal”, también establecida por patrones que no tienen ni pies ni cabeza.
Y es así que nos enfrentamos a una sociedad, que muchas veces contribuye a bajar nuestra autoestima sin que nos demos cuenta, sin que seamos capaces de comprender que el hecho de no poseer ese imagen que marcan a fuego en nuestro inconsciente no es relevante, pero a la larga influirá para que cuando nos miremos al espejo o analicemos cómo somos, estemos desconformes, pues no nos ajustamos al prototipo que venden los medios.
Y la confianza en uno mismo, también se proyecta a través de la autorrealización. Las personas con autoestima positiva ven su sistema inmunológico fuerte, pues esta confianza en sí mismo genera resistencia en su organismo. Sin embargo, cuando la autoestima es baja, nuestra capacidad de enfrentar las adversidades de la vida disminuyen, y nuestras defensas también.
Es importante tener en cuenta que no se trata de ir mirando por encima a los demás sino a nuestra misma altura, sino ya no hablamos de una correcta autoestima.
Por estos motivos, es necesario hacer una pausa y cuestionarnos ¿dónde se encuentra nuestra autoestima? Pues de ella dependerá el equilibrio físico y mental necesario en nuestro organismo para vivir en paz con nosotros mismos. La autoconfianza y la valía nos permiten a los individuos sentirnos útiles con nosotros mismos y con los demás.
Posiblemente un pequeño disparador sea el que desencadene los otros hechos, pero la cuestión es que si nos preguntan estamos deseando que llegue la noche porque todo parece estar en nuestra contra.
Al llegar al trabajo, una lluvia de reclamos nos inunda, cosas que debían estar prontas y no están, errores que surgen debajo de las piedras, malos entendidos, bromas fuera de lugar… y ya la cabeza se nos parte en dos y no hay café, mate o analgésico que la alivie.
Si nos detenemos a pensar, son días en que respiramos una energía muy negativa, por ende, lo malo generalmente tiende a atraer más de lo mismo. Es como un mecanismo en el que caemos en un pozo oscuro en el que nos sumergimos más y más.
Quizás ante la primera contrariedad que nos ocurre al levantarnos, deberíamos no enroscarnos en ella, trascenderla e intentar comenzar como si nada hubiera pasado, de ese modo probablemente el día se desarrollaría de una mejor manera.
Cuando digo enroscarnos, me refiero a quedar aferrados al problema o circunstancia que nos aqueja un día entero o una mañana, no en el afán de resolverla, sino despotricando por lo que nos sucedió o simplemente emitiendo expresiones que aún nos dañan o perjudican más, porque nos dejan con un pésimo estado de ánimo.
Por su parte, no falta quien se acerque para tirar piedras, porque dice un dicho popular que del “árbol caído todos hacen leña”, desconozco el origen de esta expresión, pero es bien cierto que en estas oportunidades aparecen de la nada personas que en lugar de colaborar nos confunden más, el porqué de esto tiene múltiples explicaciones, pero ya sería entrar en otro terreno.
Probablemente si recuerdan uno de esos días en el que todo les va de maravilla, encontrarán en esas imágenes una sonrisa, un cuerpo cargado de energía vital, de entusiasmo, de unas ganas maravillosas de seguir, de un aire puro y limpio, de mirar el cielo y decir ¡qué día estupendo el de hoy!, simplemente estamos bien nosotros con nosotros mismos, y del mismo modo con todo lo que nos rodea.
Estar bien con uno mismo no es tarea sencilla, muchas situaciones las manejamos en forma consciente, pero otras se albergan en ese interior casi impenetrable del que poco sabemos o creemos saber, que se llama inconsciente, y un poquito más tangible el subconsciente.
A este conocimiento de uno mismo, debemos agregar el de las personas que nos rodean lo que complica bastante el mecanismo, ya es difícil conocernos nosotros, más aún a otra persona de la que generalmente solemos saber muy poco, o simplemente lo que ha decido mostrar de sí.
Pero ocupémonos de nosotros mismos, ya entrar en el otro si bien es una tarea que debemos realizar, implica primero empezar por casa, por ese hogar o templo que somos cada ser humano que nos hace únicos y diferentes.
He aquí otro problema a tener en cuenta: el de nuestra autoestima, tan necesaria para poder enfrentar el día a día con dignidad, con la cabeza en alto. Pero tantas veces bombardeados por un montón de problemas sentimos que valemos muy poco, que servimos cada vez menos. Y es necesario detenernos aquí y analizar el porqué de esta situación.
Tener baja nuestra autoestima conlleva no creer en nosotros mismos, en nuestras posibilidades, y si no creemos nosotros, ¿por qué habrán de creer los demás? Es simple, si entramos a un negocio por un determinado producto y el vendedor no nos habla de sus cualidades y beneficios, sino por el contrario, de sus defectos o problemas, posiblemente terminemos no comprando el producto. A cada uno de nosotros nos sucede algo similar, la imagen que reflejamos es la que los demás perciben, es lo que les atrae de nosotros.
Una autoestima adecuada nos permitirá enfrentar la vida con optimismo, en sano equilibrio emocional, de modo que será posible utilizar todas las herramientas que disponemos para abrirnos paso en la vida. En sí, lo primero que implica es respeto por nosotros mismos, por lo que somos. Si partimos de esta base ya tenemos gran parte del camino allanado.
Asimismo, deberemos tener confianza en lo que somos, aunque muchas personas suelen decir “la tengo, pero en la vida las cosas no me salen como pretendo” y viceversa. Lo que ocurre, es que son cosas distintas, los logros obtenidos y la confianza, no precisamente van de la mano, pues mucha veces aspiramos metas inalcanzables o tomamos caminos inadecuados, o por el contrario, llegamos a esos destinos pero no confiamos en nuestra persona o no estamos satisfechos de cómo somos.
Generalmente, la autoestima se conforma en los primeros años de la niñez, entonces en ella influirán el hogar, la escuela y la familia. Mas cuando ha sido perjudicada por situaciones como la violencia de algún tipo, la autoestima puede aparecer muy por debajo del nivel normal.
En casos en los que no nos resulta posible enfrentar lo que nos toca, pues no contamos con las herramientas suficientes, es importante consultar un especialista, que nos permitirá superar esas inseguridades o al menos nos presentará opciones para encontrar una salida.
La vida en sí, agrede a diario este rico patrimonio, y con el transcurso de los años no sólo se debilita el físico sino también la mente, que son asaltados por el cansancio, el estrés, los problemas del diario vivir y la gran agresividad vigente en este siglo XXI, que con gran facilidad hace aflorar nuestro enojo en un abrir y cerrar de ojos.
Asimismo, cabe señalar que la autoestima puede verse saboteada por nuestro inconsciente, que nos permite aflorar el miedo emocional y nos lleva a disminuir los niveles de autoestima.
Mas en el camino de la vida, la sociedad nos enseña a “etiquetar” lo que está bien y lo que no, algunas veces prescindiendo de los verdaderos valores humanos, simplemente movidos por la necesidad de alcanzar metas que van en contra del propio individuo, de su autoestima, pues se persiguen metas inalcanzables, que están más allá de nuestras posibilidades.
Se nos vende un mundo perfecto, donde no hay lugar para los defectos ni las equivocaciones, donde las situaciones cierran en forma automática. Y de esta forma los medios de comunicación nos inculcan familias ideales, personas perfectas, donde no hay lugar para todos, sino solo para aquellos que tienen una imagen “ideal”, también establecida por patrones que no tienen ni pies ni cabeza.
Y es así que nos enfrentamos a una sociedad, que muchas veces contribuye a bajar nuestra autoestima sin que nos demos cuenta, sin que seamos capaces de comprender que el hecho de no poseer ese imagen que marcan a fuego en nuestro inconsciente no es relevante, pero a la larga influirá para que cuando nos miremos al espejo o analicemos cómo somos, estemos desconformes, pues no nos ajustamos al prototipo que venden los medios.
Y la confianza en uno mismo, también se proyecta a través de la autorrealización. Las personas con autoestima positiva ven su sistema inmunológico fuerte, pues esta confianza en sí mismo genera resistencia en su organismo. Sin embargo, cuando la autoestima es baja, nuestra capacidad de enfrentar las adversidades de la vida disminuyen, y nuestras defensas también.
Es importante tener en cuenta que no se trata de ir mirando por encima a los demás sino a nuestra misma altura, sino ya no hablamos de una correcta autoestima.
Por estos motivos, es necesario hacer una pausa y cuestionarnos ¿dónde se encuentra nuestra autoestima? Pues de ella dependerá el equilibrio físico y mental necesario en nuestro organismo para vivir en paz con nosotros mismos. La autoconfianza y la valía nos permiten a los individuos sentirnos útiles con nosotros mismos y con los demás.
Y retomando lo del principio, esos días en que todo suele conspirar en nuestra contra, debemos ver ¿cómo se ubica esos días nuestra autoestima, cómo se para en esos días? Si logramos mantener una correcta autoestima y le damos la trascendencia adecuada a cada hecho que nos ocurre, sencillamente los días serán más agradables y llevaderos, porque hemos dado un paso más, porque comprendimos que cada día es un comienzo nuevo del que aprenderemos y descubriremos un montón de cosas, sólo tenemos que estar abiertos a hacerlo.